Hay artistas que, por su estilo de vida u obsesiones, descuidaron y olvidaron a sus hijos. También hay quienes llevaron una vida desordenada y hedonista que no tenía cabida para nadie más. Y quizá fueron sus propios hijos quienes se encargaron de mostrar una faceta, a veces ocultada por los artistas.
Nombres como Rousseau, Pablo Picasso, José Donoso, Lucian Freud o el multifacético Woody Allen, son algunos de los más cuestionados, criticados y hasta calumniados por sus facetas paternas.
Rousseau, entre la educación y la donación
Una de las obras cumbres del filósofo francés es ‘Emilio, o de la educación’; en la misma, desarrolla una de las mejores tesis sobre cómo educar a los niños. Ideas que se contraponen totalmente a lo que él practicó en su vida.
El filósofo tuvo cinco hijos durante su estancia en París, todos fueron enviados al orfanato después de haber nacido. Este acto incomprensible, si se lo compara con lo que propone en sus obras, atormentó a Rousseau hasta su muerte, aunque nunca le faltaron argumentos para justificar su decisión.
La dependencia de Picasso
Si hay algo que caracterizó y marcó la vida del pintor español Pablo Picasso es su afición por las mujeres. En realidad, no solo las deseaba, las necesitaba. Se dice que el pintor era de una sensibilidad tan profunda que se enamoraba con facilidad. Por otro lado, hay quienes encuentran en Picasso un estereotipo de hombre machista, que necesitaba sentirse superior a la mujer.
De cualquier forma, sentimental o machista, lo que se sabe con certeza es que su obra fue tan basta como las mujeres que le acompañaron a lo largo de su vida, y, por supuesto, los hijos que tuvo con algunas de ellas
Olga Koklova, madre del primer hijo del pintor: Pablo; Marie Walter, madre de Maya Picasso; Francois Gilot, madre de Paloma y Claude Picasso; son parte del árbol genealógico de Picasso.
Y es por el testimonio de ellos que es de conocimiento público el carácter severo del pintor. Pero uno de los relatos más reveladores, ‘Picasso. Mi abuelo’, escrito por Marina Picasso, hija del primogénito de Pablo, describe a un artista que se vuelve además cruel e inclemente.
Por ejemplo, cuenta cómo trataba a su primogénito, rechazándole constantemente por su condición de alcohólico. Luego, cuando éste tuvo hijos (Pablito y Marina), nunca los recibió en su casa, ni les dio un céntimo de su fortuna. El rechazo provocó, entre otras cosas, el suicidio de Pablito.
La herencia de Lucian Freud
Lucian Freud, uno de los mejores retratistas en la historia del arte y nieto del psicoanalista Sigmund Freud, fue otro mujeriego empedernido. Y los hijos no le faltaron: 14 reconocidos legalmente. Hijos a los que, en algunos casos, ni siquiera conoció y, en otros, se limitaba a ver una vez cada cierto tiempo
Después de su muerte, en 2011, muchos de esos hijos, hasta entonces desconocidos, ofrecieron declaraciones que permitieron conocer la faceta paterna, hasta entonces desconocida, de Lucian Freud. Una de ellas es la que narra Esther Freud, hija de Lucian, en ‘Una infancia en Marrakech’. En este libro se recogen las impresiones que a ella, junto a su hermana Bella y su madre Bernardine Coverley, le marcaron la vida al pasar una larga temporada en Marruecos, sobreviviendo de limosnas y preguntándose por su padre. Lucian, en cambio, se conformaba con enviar golosinas y paquetes de libros.
Bajo el velo de José Donoso
Impactante puede ser el calificativo ideal para la obra de Pilar Donoso, ‘Correr el tupido velo’. En el texto, la hija del escritor chileno José Donoso muestra sus impresiones después de haber leído las cartas y diarios de él y de su madre, María del Pilar Donoso. Es más, se transcriben algunas de ellas.
Por medio de su lectura, la imagen paternal de José Donoso es casi inexistente, más bien, se presenta a un Donoso egocéntrico, más preocupado de su imagen que de su pequeña hija. Niña que creció viendo de cerca los constantes problemas entre sus padres –el alcoholismo de María del Pilar y los encierros de José– y que terminó suicidándose después de publicar su libro y mostrar al mundo lo difícil que fue ser la hija adoptiva de José Donoso.
Woody Allen, entre la sospecha y la calumnia
El genio del artista norteamericano no solo se limitó a la creación de obras, ya sean cinematográficas, guiones o libros; sino que se extendió al escándalo y la controversia pública.
Nunca tuvo una vida normal, su fobia y sus obsesiones se lo impedían; pero algo que llamó la atención, sobre todo a los medios, fue su relación con Mía Farrow: vivían en departamentos separados, ella era madre de seis hijos –tres biológicos, tres adoptivos–; él, misántropo declarado.
Con todo esto, formaron una nueva familia; en la que Allen, se suponía, pasó a ser la figura paterna de aquellos seis hijos de Mía. Hasta ahí todo en orden, lo que sucedió después quedó para la historia: Allen fue acusado de abusar de una de las hijas biológicas de Mía, es decir, una hijastra de Allen: Dylan. Al mismo tiempo, el cineasta anunciaba la ruptura definitiva con Mía y, consecuentemente, el inicio de una nueva relación, con otra de sus hijastras: Soon- Yi.
A partir de ese momento hay dos cosas que se mantienen hasta la actualidad: el odio de Mía y de Dylan hacia Allen, y la relación entre éste y ‘su hija’ Soon Yi.