En Ecuador hay comprimidos que prometen elevar las defensas en un 400%. Foto: Pixabay
¿Qué tan necesario es para el ser humano usar productos alternativos para mejorar su sistema inmunológico? Hay un debate en el país a partir de la llegada al mercado de cápsulas, cremas y jugos que se hacen con base a una sustancia llamada factor de transferencia.
Se la encuentra en la sangre humana, en las células linfoides del bazo, pero también en el calostro del primer ordeño de una vaca recién parida y de la yema del huevo de gallina.
Los productos son de diferentes marcas y vienen en varias presentaciones. Dos de los más populares se elaboran en México y Cuba. Son un extracto de leucocitos humanos (glóbulos blancos) y el procedimiento para obtenerlos se basa en una investigación realizada en 1949.
Ese año, el inmunólogo estadounidense Sherwood Lawrence, mientras hacía estudios sobre tuberculosis, descubrió que una persona que se ha recuperado de la enfermedad puede transferir a otra las facultades de su sistema inmunológico.
Otra empresa con sede en Estados Unidos patentó una fórmula que se basa un principio similar, pero el producto es de procedencia animal. En Ecuador se los puede encontrar al igual que en más de 60 países.
La firma que los comercializa localmente cuenta con 4 000 vendedoras de 18 productos elaborados con base en la misma sustancia. En la publicidad se afirma que tiene la capacidad de fortalecer en más del 400% el sistema inmunológico.
Además, dice que el producto no tiene contraindicación y que se puede usar tanto de forma preventiva o como coadyuvante efectivo en enfermedades que pueden ser graves como diabetes, cáncer, sida, artritis, lupus, asma o en alergias…
Pero la infectóloga del Hospital Vozandes, Cristina Moreno, aclara que no es posible que un producto pueda reforzar en un porcentaje tan elevado el sistema inmunológico.
“Se debe tomar con mucho cuidado estos productos porque no todos los pacientes con un sistema inmunológico deficiente lo necesitan. Se debe consultar primero a un médico antes de ingerirlos”.
Aunque agrega que pueden ser buenos en un sistema inmunológico enfermo, porque aportan inmunoglobulina.
Hay personas que tienen alergia al huevo o a los componentes de la leche y el producto podría afectarlas. Además, agrega la especialista, alguien sano no necesita consumirlo, porque no aportará más de lo que la nutrición ya ofrece.
En una oficina en Quito, llena de reconocimientos por las altas ventas del producto en el país, Esthela Carpio (una de las más importantes promotoras) explica que mucha gente se confunde y cree que el factor de transferencia los curará de enfermedades.
Reconoce que las cápsulas, cremas o bebidas son un complemento para el tratamiento convencional de las enfermedades y no deben usarse solas.
Según ella, el producto le ayudó a enfrentar mejor un cáncer y a recuperarse de una cirugía. La mujer comparte el criterio que exponen personas que suben videos a YouTube, en donde hablan de “efectos extraordinarios” en la salud.
Ramiro Hidalgo, director médico de Solca Núcleo Quito, prefiere no hablar de este producto en particular, pero considera que el tema de la medicina alternativa siempre estará en el debate y tiene un espacio para su aplicación. “Enseñar a comer mejor y a tener hábitos saludables es una buena medicina para los pacientes”.
Hidalgo considera que se debe aplicar normas básicas de bioética al recomendar el uso de productos o prácticas por fuera de un tratamiento probado. Calcula que de cada 10 pacientes que acuden al hospital, ocho ya han sido tratados por algún tipo de medicina de tipo alternativa. “Si un paciente me pregunta si puede consumir algún producto que yo no conozco, le digo que prefiero que no consuma nada durante el tratamiento”.
Fernando Zambrano, exdirector del Hospital del IESS de Santo Domingo, en cambio, dice sí pueden servir cuando tienen desfases inmunológicos, como en casos de papiloma o herpes genital.