Quién sabe si un político contemporáneo pudiera soportar alguna caricatura que se aproximara en algo a la que se hizo a finales de siglo XIX y principios del XX. En aquellos días, nacía la caricatura política, una tradición que perdura aunque la comunicación ha cambiado y el dibujo ya no ocupa el mismo espacio ante el predominio de la fotografía.
En una reciente exposición realizada en Buenos Aires se presentaron 80 litografías de José María Caro, considerado como el padre de la caricatura política. Junto a Manuel Mayol ilustraba la revista Don Quijote (1884-1905) y la revista considerada esencialmente argentina, como Caras y Caretas, que tuvo un primer tiempo de vida entre 1898 y 1939.
“Caras y Caretas tenía una venta de 100 000 ejemplares semanales. Si consideramos la población y que además circulaban 50 000 ejemplares de Fray Mocho y otro tanto P. B. T.”, dice Hugo Maradei, director del Museo del Dibujo y la Ilustración, como para aclarar que no solo se trabajaba el humor sino que se lo consumía.
“Este periódico se compra, pero no se vende”, era el lema de Don Quijote, en donde Caro y Mayol eran sus mayores exponentes y que bien podrían ser fuente de consulta sobre cómo hacer las cosas y cómo enfrentar al poder.
Caro se burlaba del presidente Julio Argentino Roca. Lo ridiculizaba hasta el extremo. Sus ministros retratados como mugrientos, obsecuentes hasta la humillación. Aunque lo intentaron, no pudieron matar a Caro, pero sí lo detuvieron y cerraron la revista. Pero la presión fue muy grande y el mismo Roca debió intervenir para excarcelarlo y seguir soportando sus críticas ácidas.
“La revolución de 1890 la hicieron las armas y las caricaturas”, dijo Leandro N. Alem, fundador de la Unión Cívica Radical. “No me imagino que hoy lo resista ningún gobernante de aquí y del mundo. Eran muy agresivos, como tiene que ser el humor político, siempre crítico. Si es amable, pierde gracia”, añade Maradei.
Los caricaturistas contemporáneos se sienten herederos de esa tradición. Caro y Mayol “han unido genialidad en el oficio con una inspiración enorme y una técnica en donde muestran el oficio del artista, la fuerza del concepto, del contenido, del humor”, dice Ricardo Ajler, uno de los importantes ilustradores actuales.
La tradición continuó con revistas de humor que permanecen en la memoria de los argentinos, como Tía Vicenta (1957-1966, cerrado por el dictador Juan C. Onganía al que retrataban como morsa), Rico Tipo (1944-1972) y fundamentalmente Satiricón y Humor Registrado, dirigido por Andrés Cascioli.
Fue un caso excepcional la de Humor que decía de todo a una dictadura que desterró a los intelectuales, pero que no supo qué hacer con los humoristas, y en el que en uno de sus números se burla del Mundial de 1978: aparece en portada Menotti de Hoz, un combinado entre César Luis Menotti, técnico de la Selección, y Martínez de Hoz, ministro de Economía.
“A mí Cao me llega indirectamente porque mi referente es Cascioli. Y si bien su estilo es diferente, hay referencias directas en su manera de ilustrar la política, de la caricatura con un mensaje, con una queja de la época, tal como lo hacían Cao y Mayol. Tenían un gran poder en cuanto a la manera de expresar opiniones”, dice otro ilustrador, Andrés Álvez.
Álvez y Ajler forman parte del nuevo Caras y Caretas, que se publica desde el 2005 y que tiene como director al historiador Felipe Pigna. Álvez recuerda que le dieron un CD con las tapas de las revistas de la primera época. “Se había hablado de recuperar ese tipo de trabajo”, comenta. Para Ajler su formación en la Escuela de Bellas Artes permitió que “lo traduzca en las ilustraciones y no se puede negar la influencia” de las generaciones previas.
En el 2008, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner calificó como “cuasi mafioso” un dibujo de Hermenegildo Sábat, el mayor caricaturista actual. Allí‘el Menchi’, como lo llaman, dibujó a la mandataria con una X sobre la boca. Eran días en que las palabras de la mandataria crispaban a muchos argentinos (las cosas han cambiado un poco) y así le respondió. “La tradición de la caricatura tiene más de 150 años. El último gran caricaturista incisivo fue Cascioli y ahora tenemos a Sábat. El nivel no es el mismo. El caricaturista por definición tiene que ser de oposición. No lo digo defendiendo una postura ideológica sino porque una caricatura amable pierde gracia y es algo que está apareciendo en Argentina”, finaliza Maradei.
Dibujos en la web
El museo del dibujo y la ilustración argentina tiene 12 000 dibujos. Se puede conocer sus piezas en la página web https://www.museodeldibujo.com
Las ilustraciones de Ricardo Ajler se pueden ver en https://ilustrajler.blogspot.com/. Mientras que las de Andrés Álvez se pueden ver en https://alvez-art.blogspot.com/
En el ciberespacio también se halla el sitio www.humor-grafico.com.ar. Allí no solo se habla sobre las relaciones con el poder, el fútbol y la vida cotidiana se exploran desde las viñetas y caricaturas de Fontanarrosa, Quino, Nik, Furnier, Luiso, Kappel, entre otros.
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Dos revistas argentinas de humor gráfico. La ironía y la sátira fueron herramientas explotadas por la antigua Caras y caretas, así como por la más actual Humor Registrado.