De acuerdo con el sociólogo Christian León, el fenómeno Delfín Quishpe se traduce en una cultura popular que gusta a una gran cantidad de público. Foto: Armando Prado/EL COMERCIO
El cantante ecuatoriano Delfín Quishpe dio mucho de qué hablar esta semana cuando estrenó la reversión de un famoso tema de la banda argentina Soda Stereo, Cuando pase el temblor, que ocasionó tanto críticas como ovaciones en las redes sociales.
Fue el pasado viernes 9 de septiembre del 2016 cuando estrenó el tema en un show de televisión y lo volvió a hacer el domingo 11 en vivo, en el concierto de clausura de la carrera Últimas Noticias 15 K en el Estadio Olímpico Atahualpa.
Con la misma letra que creó el fallecido artista Gustavo Cerati, exvocalista de Soda Stereo, Quishpe presentó el éxito con el estilo que se ha convertido en su sello: el género de tecno-foclor-andino.
Video: YouTube, cuenta RTU Noticias
“Mi ideología musical no tiene límite, no tiene complejo… He escogido libre y voluntariamente el tema para dar una motivación a los fans. Ese es mi don, mi talento (adaptar canciones), para mí no hay nada difícil. Si hay alguna canción que me gusta y quiero adaptarla, simplemente hay que tener creatividad”, dijo a este Diario el autor de Torres Gemelas.
De acuerdo con el sociólogo y docente Christian León, el fenómeno Delfín Quishpe se traduce en una cultura popular que gusta a una gran cantidad de público. Él opina que el hecho de reversionar canciones es algo muy común en la cultura contemporánea, pero que hay escándalo en este caso porque existe “racismo”, por el hecho de que implica una fusión blanca-indígena.
“Lo que escandaliza es que Soda Stereo está considerado como el ícono del pop sofisticado y ahora es releído por este artista desde la cultura popular andina. Hay en ese escándalo un poco de racismo, porque eso de reversionar es algo de todos los días en la cultura contemporánea, a nadie le escandaliza, está en todo lado… Pero aparece Delfín Quishpe y se desata la crítica”, explica el sociólogo.
León considera “saludable” ese tránsito de géneros, es decir, que un tema de pop-rock se convierta en una canción andina, con un nuevo formato. “Hay un tema que tiene que ver con una resistencia a la cultura popular. Delfín Quishpe tiene un nivel de habilidad y astucia para crear desde su lugar social y cultural, y me parece que es realmente creativo e innovador lo que hace”, agrega.
El estilo del artista, así como su estética y puesta en escena, son aspectos que han generado admiración y rechazo en diversos espectadores. Por un lado, Quishpe representa la globalización, con canciones cuyas letras recorren el mundo, vestuarios vaqueros y rancheros y con ritmos que se apegan a las culturas occidentales y mexicanas.
El especialista en música Hernán Guerrero opina que, pese a que hay personas que no gustan de este estilo y que en lo personal no encuentra un valor en el artista, hay un público que devora ese tipo de material. “La gente se divierte con lo que él presenta, es un morbo, llega a un público socio-cultural que gusta de esas cosas”.
Pero Delfín Quishpe cree que aquellas personas que lo han rechazado en redes sociales no han hecho otra cosa que darle más publicidad. “El mundo es de absoluta libertad de pensamiento y expresión, pueden hablar piedras… Pero a fin de cuentas (los detractores) están escuchando, están consumiendo, conocen, tienen en su memoria las canciones de Delfín Quishpe”, comenta el artista.
Quishpe ha planificado su ‘cover’ de Cuando pase el temblor como su mayor éxito hasta finales del 2016, pues pretende que sea el tema más escuchado y bailado a nivel nacional. “Tranquilo público, tiene que sonar full esta canción y tiene que ser una de las mejores de un cantante ecuatoriano sin límite”, dice.