La Compañía Nacional de Danza estrena este 7 de noviembre del 2019 la obra ‘Hay alguien en casa’. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
En las fotografías de Gregory Crewdson, la vida cotidiana que se construye dentro y fuera de una casa siempre está acompañada de un halo de misterio, asombro o extrañeza. Lo perturbador de esos paisajes puede estar en pequeños juegos de luz y de sombras, o en una mujer flotando boca arriba en una sala desbordada de agua.
La cara oculta de la cotidianidad, la soledad, la alienación y el miedo que hombres y mujeres sienten y que aparecen en las imágenes de este fotógrafo estadounidense se convirtió en una de las referencias que activó el montaje de ‘Hay alguien en casa’, la obra que la Compañía Nacional de Danza estrena este jueves 7 de noviembre del 2019 a las 19:30, en el Teatro Nacional Sucre.
La obra dirigida por Jorge Alcolea también está poblada de otros referentes pictóricos y audiovisuales que sirvieron como detonantes para la exploración corporal de los bailarines. Hay guiños a la obra de David Lynch pero, sobre todo, a la de Alfred Hitchock. “Más que reproducir una historia de suspenso lo que queríamos con esta obra es mostrar lo que te produce”.
En ‘Hay alguien en casa’, el espectador es una especie de Jeff Jefferies, el protagonista de ‘La ventana indiscreta’, un fotógrafo que vive en un departamento del Greenwich Village, de Nueva York, quien durante el tiempo que le toma recuperarse de una pierna rota se dedica a observar los que hacen sus vecinos.
En este mundo ambientado en la década de los años 50, el elenco de bailarines de la Compañía Nacional de Danza, también juega con las ideas del surrealismo, el mundo de lo absurdo y lo paranormal representando en el tintineo de una taza que reposa en las escaleras del interior de la casa, o la presencia de un tornado inesperado que lo revuelve todo a su paso.
Como en el interior de toda casa en esta hay momentos de calma pero también de mucha explosividad. Hay acciones mecánicas, como despertarse todas las mañanas y luego vestirse para salir a trabajar, o muy improvisadas como armar un picnic en medio del patio trasero.
Mirar lo que ocurre en esta casa puede ser un buena oportunidad para recordar dónde comienza y termina la vida pública y la vida privada pero, sobre todo, para reflexionar por un momento en qué o en quiénes nos convertimos cada uno de nosotros cuando estamos dentro o fuera de ella. La entrada a esta función es de acceso libre.