Voluntarios reparten comida vegetariana en el barrio Santa Marianita de San Juan. Foto: Francisco Flores/EL COMERCIO
La camioneta roja se detiene en medio de la vía. Y los tres voluntarios que viajan en el balde sirven de inmediato el primer plato gratuito de comida. Los pobladores, que esperan a la vera del camino por cualquier tipo de ayuda, forman una hilera detrás del vehículo.
El olor de la comida es apetitoso. Y cuando preguntan de qué se trata… El menú es arroz con guatita vegetariana. La guatita tiene papas, el color y aspecto del plato original, pero sin mondongo.
Enseguida suenan también ritmos hindúes, tres músicos bajan de los dos carros y cantan oraciones y mantras “para purificar el ambiente” a golpes de mridangam (tambor usado por los hinduistas) y cartalos (platillos diminutos de metal).
La escena se repitió varias veces una tarde reciente cuando una decena de voluntarios “hare krishna” unidos a representantes de la empresa Somexenergy, firma de energías renovables, repartieron almuerzos en la zona de San Juan, un puñado de pequeños barrios marginales, ubicados al sur de Manta. Allí tardan en llegar las raciones alimenticias que reparte el Comité de Operaciones de Emergencias (COE cantonal) con la colaboración de dirigentes barriales y la distribución de las fuerzas militares.
Los miembros de la Fundación Ecuatoriana de Apoyo a la Cultura Vedica, que profesan el hinduismo, prefieren cocinar en la zona e interactuar con la población. Desde el pasado sábado reparten 700 almuerzos diarios como donación. “Es un alimento también espiritual a través del sonido (…) Promovemos el vegetarianismo como un recurso válido para una alimentación barata, nutritiva y fácil”, dijo Marquis Aveiga Villacís, representante de la Fundación.
Ramón Lucas, dirigente del barrio Santa Marianita de San Juan, dónde medio centenar de personas degustaron la guatita vegetariana y dejaron los platos limpios, contó que diez días después del terremoto del sábado 16 de abril aún no recibían ayuda oficial.
Están a expensas de lo que los particulares de diversas zonas del país llegan a repartir. En la colonia de 150 casas, media docena de viviendas se vinieron abajo y los habitantes han dispuesto carpas y colchones, a un lado del camino, junto a una olla comunal, en la que cocinaron esa tarde un aguado de pollo.
El sector, al que le corresponden 700 raciones, según constató EL COMERCIO, está incluido en el listado de ‘familias con mayores necesidades de atención” del Coliseo de Barbasquillo, desde donde los militares distribuyen la ayuda humanitaria.
José Villavicencio, representante de San Juan Centro, donde tampoco llegaban las ayudas, explicó que los primeros días cada dirigente barrial retiraba las raciones pero debido a manejos inescrupulosos en ciertos barrios, el COE decidió distribuir las ayudas de puerta a puerta. El nuevo modelo ha atrasado el proceso de entrega, lamentó.
El Municipio de Manta informó que esta semana ha llegado a entregar hasta 7 012 raciones alimenticias diarias en distintos sectores de la ciudad, a través de las Fuerzas Armadas. Llamó a “superar los inconvenientes que hayan surgido en el proceso” y a que los dirigentes guíen la ayuda hacia las familias que requieren atención prioritaria.
El Ministerio de Salud advirtió sobre cuadros de intoxicación en Manta y Jaramijó por posible manipulación incorrecta de alimentos donados. Pacientes que llegaron al centro de salud Manta, refirieron que recibieron comida preparada en una camioneta blanca particular.
“Comprendemos que existen personas solidarias y desinteresadas, sin embargo debido a las altas temperaturas a las que permanecen los alimentos repartidos o a una posible manipulación incorrecta, puede provocarse contaminación”, explicó Carlos Mendoza, director Distrital de Salud.
En Santa Marianita, los pobladores entonaron los nombres de Dios que repetían en sus cantos los voluntarios, y escucharon su mensaje de alimentación sin violencia y de servicio y compasión hacia los demás. Pero la entusiasta Victoria Cevallos (60 años), una de las pobladoras, quien les agradeció al borde de las lágrimas, los convidó al final a rezar en sus términos y los hinduistas ecuatorianos terminaron coreando a viva voz, junto a los pobladores, un padre nuestro y un ave María.