María del Carmen Chiriboga es una fanática de Barbie que tiene alrededor de 300 modelos. Conocer parte de su colección saca del bostezo hasta al más apático, pues es una muestra del alcance global que tiene la firma y también es una conexión a distintos puntos del globo y a diferentes épocas.
Chiriboga se mudó en diciembre a su casa en Ecuador, después de vivir desde los 19 años en Singapur y después en Estados Unidos. En su nuevo hogar no dispone del espacio para exponer a sus preciadas muñecas en una vitrina que las abarque a todas ellas. Así que todavía las guarda en cajas en el sótano, a la espera de una solución de espacio.
Para la visita que este diario realizó, Chiriboga sacó sus ediciones más preciadas y las dispuso en el comedor y en los espacios sociales de su casa. A la entrada, estaba por ejemplo la Barbie Emerald Enchantment, con la que inició su colección.
La coleccionista cuenta que desde niña le han gustado las Barbies y jugaba con ellas. A los 19 años se fue a vivir a Singapur con su familia y ahí empezó a coleccionar. En un cumpleaños, Chiriboga le pidió a su madre una Barbie como regalo y al ir a la tienda, la elegida fue la pelirroja de vestido esmeralda.
María del Carmen indica que haber vivido en el extranjero fue lo que le permitió conseguir ediciones especiales, pues en Ecuador no hay un mercado para Barbies de colección (que cuestan cientos de dólares).
Su primera edición especial fue de las Barbies de las Eras, que incluye princesas egipcias, de la antigua Grecia y algunas Incas, entre otras. Cuando compró su primer ejemplar de esta colección, la primera y la segunda Barbie ya habían sido lanzadas en años anteriores, así que tuvo que buscar en E-Bay y en tiendas de coleccionistas para completar la serie.
La primera colección de muñecas de María del Carmen Chiriboga incluía princesas egipcias, de la antigua Grecia y algunas Incas, entre otras. Foto: Patricio Terán/EL COMERCIO
Cuenta que fue complicado conseguirlas, pero es una dinámica que muchos coleccionistas siguen para tener cada pieza de las series. Dice que hay coleccionistas que viven de su afición, así que están muy pendientes de los lanzamientos y compran más de una unidad, con el fin de venderlas después de un tiempo a precios mucho más altos que el original. Las que son muy difíciles de conseguir, dice, pueden llegar a costar unos USD 3 000.
Pero también hay ediciones que son mucho más costosas, por lo que representan. Una de las más caras de su colección es Madame Du, que fue creada por el diseñador de modas Bob Mackie. Esta salió en 1998 y se hicieron sólo 300 unidades, por lo que costaba USD 350. Ahora, una de estas muñecas puede llegar a los USD 1 000, afirma Chiriboga.
Aunque no son las más costosas que ha adquirido, tiene un sentimiento especial por la colección que representa la pintura de Vincent Van Gogh, Auguste Renoir y Claude Monet, tres pintores franceses impresionistas. Los vestidos de estas tres Barbies están inspirados en el estilo de cada uno de los artistas.
Hace ocho años no ha adquirido Barbies, pero tiene pendiente conseguir algunos modelos para completar series que ha iniciado. Además, también tiene el objetivo de llevar su colección a una muestra, con una alianza con empresas públicas o privadas.
Debate
Como fanática de Barbie no es ajena a la polémica sobre la representación del cuerpo en la que esta muñeca se ha visto desde su creación. Si bien está de acuerdo en el planteamiento de un diseño realista, también apunta que la empresa ha hecho cambios en base a estrategias de marca.
Se refiere al anuncio del lanzamiento de nuevos modelos con diferentes tonos de piel y ojos y con diferentes tipos de cuerpos; una de baja estatura , una ‘curvy’ y una alta que se unirán a la Barbie de tamaño original.
La también madre de dos niñas de nueve años, no cree que se le pueden atribuir problemas sociales a una muñeca. “No creo que una muñeca pueda influir en la autoestima, pues este tema va más allá. Hay que evaluar temas de estabilidad emocional y de educación familiar”, asegura la coleccionista.