Comuneros de Laime San Carlos se organizaron para sembrar 200 pinos. Foto: cortesía del Gobierno Provincial.
Los suelos áridos la comunidad Laime San Carlos, situada a 40 minutos de Guamote, en Chimborazo, pronto recuperarán su verdor. Una superficie de más de 120 hectáreas, que permaneció inerte por alrededor de 40 años, se convertirá en un bosque de pinos.
El proyecto de reforestación lo impulsa la Unidad de Gestión Ambiental del Gobierno Provincial de Chimborazo. El objetivo es aprovechar los suelos improductivos de esa zona y reemplazarlos con bosques comerciales, que luego serán de beneficio comunitario.
Carina Bautista, directora de la entidad, explica que los suelos ya no son útiles para la agricultura o para la siembra de pastos para alimentar al ganado, porque tienen un alto grado de erosión. “Aspiramos a que la gente de la comunidad pueda obtener un beneficio económico de estas tierras, y motivarlos a cuidar las partes altas de la comunidad y a no rebasar la frontera agrícola ( 3 500 metros de altura)”.
Las plantas fueron seleccionadas en función de la calidad del suelo y el clima que existe en el lugar. Foto: cortesía.
Los comuneros se organizaron para sembrar las plantas tras recibir una capacitación. Técnicos del Gobierno Provincial les explicaron cómo plantarlos adecuadamente y cómo cuidar de los árboles.
“Solo requieren de los cuidados básicos. Son plantas rústicas que incluso prosperarán en suelos de baja calidad que no contienen materia orgánica”, explicó Bautista.
Según ella, la erosión pudo deberse al mal uso del suelo y a la escasez de agua en esa zona.
Los comuneros siembran pino como una forma de reforestar la zona. Esas plantas se adaptan fácilmente.Foto: cortesía.
Los terrenos erosionados lucen prácticamente desérticos, incluso hay sitios donde se formaron dunas de arena. “Hace años que no podemos hacer nada en estas tierras, el suelo está muerto y pensamos que nada podría crecer aquí”, dice José Luis Roldán, presidente de la comunidad. Él afirma que la escasez de agua y la deforestación son algunas de las causas de la erosión de los suelos. “Los antiguos cuentan que antes, en la montaña había plantas silvestres y también animales, pero que luego todo se perdió”, afirma Roldán.
En esa comunidad habitan 127 familias. Ellos se organizaron en una minga para sembrar las primeras 200 plantas de pino y se prevé que crecerán lo suficiente para ser comercializadas en unos 15 años.
En San Miguel se sembraron laurel maderable, caña guadúa y naranjas. Foto: cortesía.
“La gente también recibirá asesoría técnica mientras las plantas crecen y se adaptan a esta zona. Lo más importante es evitar incendios forestales”, explica Wilfrido Haro, técnico del Gobierno Provincial y responsable del proyecto.
Esa comunidad no es la única que busca aprovechar sus suelos improductivos. La Unidad de Gestión Ambiental realizó un estudio para determinar otras áreas infértiles de la provincia. En total habrá 200 hectáreas que se convertirán en bosques de pinos.
En San Miguel, un recinto de Cumandá, 56 familias también se organizaron para recuperar los suelos comunitarios. Ellos recibieron unas 4 300 plantas de laurel maderable, caña guadúa y naranjas.
Con la siembra, los comuneros esperan que también se eviten los incendios forestales. Foto: cortesía.
Esas plantas son endémicas de la zona tropical de Chimborazo y se sembraron en un espacio de 5 hectáreas, que pertenecen a la organización San Miguel de Bucay. Antes de la siembra, esa zona estaba deforestada.
“Escogimos para esta zona plantas nativas, porque se adaptan con mayor facilidad. Además, tenemos un proyecto de producción de artesanías de madera y con la entrega de estas plantas queremos complementar el proyecto”, dijo Gustavo Bustamante, presidente de la asociación.