Chikungunya, el virus que encorva y postra

Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Desde hace un par de semanas, los centros de salud más grandes de Guayaquil reciben a unas 130 personas con cuadros febriles. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO

Arrastran los pies y caminan lentamente. Están entumecidos, sin poder flexionar brazos ni piernas; no pueden contener las lágrimas. Su cuerpo está cubierto de erupciones, manchas rojas que causan una comezón insoportable.

Mónica Conforme no deja de sobarse las manos mientras recuerda que desde la semana pasada empezaron los síntomas. “Me dio fiebre en la noche. Al siguiente día no me pude levantar de la cama (…) Era como si me hubieran golpeado hasta en la columna”.

Es martes por la mañana y deberá esperar cuatro horas, recostada en una camilla del centro de salud de la cooperativa Francisco Jácome, hasta que un suero entero corra por sus venas. Necesita hidratarse para recobrar fuerzas tras los casi cinco días de fiebre que llegó hasta 39°C.

Conforme vive en la cooperativa Unidos por la paz, junto a la vía Perimetral. La maleza y los charcos en las vías son un panorama frecuente en esta zona del noroeste de Guayaquil. “Y los mosquitos no faltan”, dice la mujer de 30 años, madre de dos niños y quien teme que ellos también contraigan la enfermedad.

El diagnóstico clínico de los médicos para ella fue chikungunya.
La directora del centro, Susana Escobar, supervisa la entrega de paracetamol, antitérmicos y suero oral a quienes llegan con señales de chikungunya. Es la única medicación recomendable para estos casos.

Y así lo reafirman los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos. “No existe un tratamiento farmacológico antiviral (…) El tratamiento sintomático y de soporte incluye reposo y el uso de acetaminofén o paracetamol para el alivio de la fiebre, e ibuprofeno, naproxeno o algún otro agente antiinflamatorio no esteroideo (AINE) para aliviar el componente artrítico de la enfermedad”, todo bajo supervisión médica.

Cada día, desde hace un par de semanas, los centros de salud más grandes de Guayaquil atienden a hasta 130 personas con cuadros febriles, que podrían ser dengue, chikungunya u otras infecciones, como explicó José María Palau, subsecretario de Salud de la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón).

En Ecuador, el rápido aumento de casos de chikungunya empezó en marzo. Las cifras que emite el Ministerio de Salud son las mismas de la semana pasada: 11 897 casos de chikungunya y 17 824 casos de dengue en el país.

Guayas solo registra 230, pero en centros de salud como el de Francisco Jácome casi no hay espacio en los consultorios. Niños en brazos de sus madres, estudiantes que abandonaron los colegios, hombres que requieren el apoyo de sus esposas para caminar… En la sala de consultas, una carpeta marcada con la frase ‘dengue y chikungunya’ sigue agrupando hojas de diagnóstico.

Según datos del Servicio Nacional de Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores Artrópodos (SNEM), en el 31,9% de las casas de la provincia se han detectados larvas de Aedes aegypti, mosquito trasmisor de la enfermedad.

Específicamente en Guayaquil -donde según las autoridades existen 68 casos confirmados- hay un mayor riesgo de contagio en las parroquias Tarqui Popular (noroeste) y Ximena (sur) y Febres Cordero (suroeste). En los sitios donde se reportan más casos se cubre un 85% con tareas de fumigación y control, como detalló Rodrigo Mendoza, director técnico del SNEM.

Enrique, un pequeño de 2 meses de edad, está superando la fiebre chikungunya. El centro de salud de la ciudadela Martha de Roldós confirmó la enfermedad por pruebas de laboratorio.

Las ronchas rojizas y la fiebre elevada dieron la alerta. Él se recupera, pero ahora su padre presenta los síntomas.

En los casos reportados se aplica un cerco epidemiológico, que se extiende un kilómetro a la redonda. Charlas informativa, revisión de larvas y fumigación son parte de la prevención.

El SNEM, que en junio pasará a ser parte del Ministerio de Salud, interviene en estos casos. Para este año la entidad maneja un presupuesto de USD 11,6 millones. En lo que va del año solo han invertido USD 2,3 millones en químicos y equipos.

“En octubre del año pasado se adquirió un parte. Ahora estamos invirtiendo los USD 9,3 millones restante en más insumos y equipos (…) para la intervención de las Fuerzas Armadas, que durará aproximadamente tres meses”, recalca Michael Vera, director nacional de la entidad. Desde la próxima semana comenzará la capacitación de 1 956 militares, quienes se sumarán a las tareas de control en seis provincias.

Por ahora, en las bodegas del SNEM hay insecticidas, larvicidas y otros químicos para un mes más. La próxima adquisición -para el resto del año- incluye 6 000 litros de deltametrina, 33 000 litros de temephos, 49 000 litros de malathion y más de 126 000 mosquiteros tratados con insecticida. Y se suman al sotck unos 10 millones de dosis del biolarvicida Bactivec, que Ecuador compró al gobierno cubano.

Pero aquí también hay productos caducados, que expiraron entre 1991 y 2013. Más de 7 000 litros de deltametrina, 1 500 litros de malathion, 42 000 kilos de abate son parte de los productos perdidos por falta de uso.

“Yo me posesioné en octubre de 2014 -dijo Vera- y hemos encontrado algunos productos caducados en bodega (…) Esos productos no se pueden botar al río Guayas, a las alcantarillas. Hay un proceso de eliminación que se tiene que analizar”. La Contraloría General del Estado y la Fiscalía del Guayas investigan este caso.

Suplementos digitales