Roberto Gómez Bolaños ‘Chespirito’, interpretando al ‘Chavo del 8’. Foto: EL UNIVERSAL de México. GDA
Se fue bajo la sombra de un legado inmenso. La muerte de Roberto Gómez Bolaños, el creador de el Chapulín, Chompiras o el Dr. Chapatín, supone un antes y un después en la comedia de habla hispana. Su personaje más memorable, El Chavo, significó el génesis de su legado.
Llegó a manera de sketch a la televisión mexicana en 1971. El guión original describía a un niño pobre de ocho años que discutía con un vendedor de globos. Tres años después, la idea se expandió tanto que cada personaje desarrollado paralelamente al protagónico era tan importante como él.
Ese mismo año, en 1973, varios países de hispanoamérica se engancharon también con las aventuras de la ‘bonita vecindad’ proyectando índices de audiencia inéditos -en 1975 se estimó que había 350 millones de espectadores semanales-.
El dinero empezó a abundar y la marca no ha parado de generar réditos desde entonces. Según la revista Forbes -en una publicación del 2012-, cada episodio de Chespirito generaba USD 1,3 millones para Televisa. En 1300 capítulos esta televisora ha ganado USD 1.7 mil millones gracias a este show que se sigue transmitiendo a 91 millones de personas.
El hijo de Chespirito, el productor de televisión Roberto Gómez Fernández, rechazó los datos de Forbes por considerar que la data de la publicación “está lejos de ser cierta”. No obstante, el programa sigue generando dinero por cada retransmición o por licencias.
En el caso de la mercadería, la marca El Chavo es una de las firmas con más productos derivados ilegales en América (de acuerdo a Federico de la Garza, principal de Motion Pictures Asociation). Frente a esa realidad, Televisa controla la mercadería oficial que va desde ropa y accesorios hasta muñecos coleccionables. Esto sin contar con las empresas que han adquirido la licencia para ofertar juguetes de El Chavo como son McDonald’s, Kellogg, Grupo Bimbo, entre otras.
También fue responsable de El Chavo Animado, una serie basada en los personajes originales -menos Chilindrina, por motivos legales– que desde el 2006 ha obtenido altas audiencias y nuevas formas de producir mercadería relacionada a la marca.
Bajo la estética de la serie animada se han creado aplicaciones móviles para Facebook, Android y Mc, así como también un videojuego llamado ‘El Chavo Kart’ que está disponible para consolas Wii, Xbox 360 y Playstation 3.
Los shows en vivo también han sido una constante de la franquicia desde los 70. Entonces visitaron por primera vez a varios países donde se proyectaba el programa. La idea tuvo eco en el nuevo siglo cuando El Chavo Animado En Vivo dio una gira por EE.UU. inspirada en el éxito del musical que se presento bajo esa modalidad en diciembre del 2010 en el D.F..
Sin embargo, no todos los espectáculos en vivo con personajes de El Chavo tuvieron la bendición de Chespirito. Carlos Villagrán (Quico) ha llevado a su personaje y su circo temático por toda Latinoamérica en medio de una disputa legal por los derechos del personaje -en una época incluso lo acompañó Ramón Valdés (Don Ramón)-. Lo propio hicieron en su tiempo María Antonieta de las Nieves (Chilindrina) -la única actriz del reparto en ganar legalmente los derechos de su personaje- y con menor éxito Rubén Aguirre (Profesor Jirafales).
La comedia de un genio del humor blanco
Chespirito –seudónimo derivado de Shakespeare, por su don de palabra- fue el dueño de una comedia que logró complicidad con el público latinoamericano. Utilizando un léxico completamente mexicano, Gómez Bolaños pudo compactar historias que fueron compartidas por varias generaciones alrededor del mundo.
Las cachetadas de Doña Florinda a Don Ramón, el llanto contra la pared del Quico y las afirmaciones incesantes del Chavo -“eso, eso, eso“- eran algunos de los ‘gags’ que el público esperaba ansiosamente en una de las series más populares de Bolaños, ‘El Chavo del 8’.
Pequeños detalles que crean inmediata confabulación entre la producción y el público. El televidente conoce el destino del chiste, pero continúa en el recorrido porque sabe que el camino será distinto y eso es lo sorprendente. Algo así como enganchar al lector anunciando la muerte de un personaje desde el inicio.
Para el guionista, actor y comediante Francisco Viñachi, la comedia de Bolaños es tan amplia como sus personajes o series. Dentro del humor que manejaba el artista se encuentran los juegos de palabras, la comedia física, la inmediatez y la comedia de equívoco.
Los juegos de palabras iniciaron con los ‘Los supergenios de la mesa cuadrada’, semilla que daría vida al resto de seriados de Bolaños. Los sketchs de ‘Los Chiflados’, harían de este juego de palabras una repetición incesante que la palabra ‘Licenciado’ puede por sí sola evocar risa en su apegada audiencia.
La comedia física era recurrente en sus obras. Peterete llevaba siempre una peinilla con la que arreglaba el cabello de Chompiras antes de propinarle un golpe. Un humor bastante corporal que hacía –según Viñachi- que el público se conecte con lo que está pasando. Sin embargo, la comedia de Bolaños no utilizaba el humor peyorativo.
Sus guiones no se burlan de alguien sino de las situaciones que se dan. Ahí entra la comedia del equívoco –que se desarrolla alrededor de una serie de enredos o malos entendidos-, pero es al mismo tiempo un humor honesto y sin poses.
Según Juana Guarderas, actriz y directora del Teatro Patio de Comedias, la hilaridad de Bolaños partía también de un juego con el televidente. “Estas creando un código, el público entra en ese juego y cree lo que está sucediendo. No hace falta menospreciarle y de alguna manera darle todo ya masticado”.
Este proceso de abstracción que debía hacer el público es –para Guarderas- parte de la dosis de teatralidad con la que trabajaba Chespirito. Sus limitadas locaciones, los personajes y los efectos visuales obligaban a la producción y al público a formar una convención, para continuar en la creencia de la narrativa propuesta.
La comedia de Bolaños también radica en los conceptos de poder presentes en varios personajes como el Sr. Barriga y su relación con Don Ramón. En la mayoría de sus historias siempre aparece un personaje que está subordinado a otro, una muestra de su sátira hacia el orden social. La misma representación de hombres y mujeres adultos, en roles de niños de escuela son para Viñachi muestras de un humor que contrasta las relaciones de poder.
Para Viñachi, la clave de su comedia es que era universal, con temáticas humanas que apelan a los sentimientos. La pobreza, la familia, las clases sociales o la imaginación infantil eran algunos de los temas que relacionaron a Chespirito con la región.
La audiencia puede testificar que el universo de Bolaños estaba lleno de trucos: la chiquitolina para hacer diminuto al Chapulín Colorado, la espuma flex de las sillas o puertas que se rompían por los golpes y el ver a los adultos en personajes de niños eran parte de este mundo de ficción que resultó –para el comediante Ave Jaramillo- ser un factor unificador para Latinoamérica.
Con pequeñas frases como ‘¡Síganme los buenos!’ o ‘fue sin querer queriendo’, la gente no solo comparte un idioma sino un referente de humor. El mismo que se vuelve un denominador común entre sus seguidores.