Los chachis cambian su forma de construir

En Esmeraldas, los chachis se acostumbran a las construcciones de cemento

En Esmeraldas, los chachis se acostumbran a las construcciones de cemento

Alberto Quintero es un chachi que se mudó de la selva a la ciudad. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO

Las viviendas características de los chachis que se construyen con caña guadúa, pambil y hojas de paja toquilla, cada vez se ven menos en la isla Luis Vargas Torres, donde se asientan 70 familias de esa nacionalidad.

Hasta hace cinco años, las familias de esta etnia usaban los materiales de la zona para levantar sus viviendas. Después, la caña guadúa fue sustituida por la madera.

Actualmente y aunque muchos de nativos conservan otras tradiciones como los fogones humeantes en el interior de las infraestructuras para hacer pandas de pescado, otros ya han decidido cambiar la madera por el hormigón.

Los chachis que habitan frente a la ciudad de Esmeraldas no solo han levantado nuevas construcciones. También han emprendido en negocios como funerarias y centros de cómputo, en locales de cemento construidos por ellos.

Alberto Quintero, un profesor chachi jubilado, cambió su casa de madera por una de hormigón, en la que viven cuatro familias. Ellos llegaron de la población Calle Manza, de la parte alta del río Cayapas, en el norte de la provincia.

Desde su ventana asegurada con barandas de hierro, Quintero ve jugar a sus siete nietos en el patio de cemento. “Ellos han perdido contacto con el campo, a diferencia de nosotros que crecimos en nuestra comunidades”.

Este escenario contrasta la forma de vida de los chachis que aún viven en los 46 de sus poblados en la provincia. Allí es común ver los bejucos colgados desde los techos, que hacen las veces de paredes, y permiten una ventilación natural. Las casas cuentan con amplios espacios para las actividades familiares.

En Esmeraldas, los chachis se acostumbran a las construcciones de cemento

José Tapuyo Chapiro, de la comunidad chachi de San Salvador, en el cantón Muisne, ya se considera un experto en construcciones de cemento, tras haber vivido nueve años en Quito, donde aprendió la albañilería. Eso le ayudó a construir su vivienda en la que vive con su esposa y cuatro hijos.

Actualmente, reside desde hace un año en la isla Luis Vargas Torres. Dice que por estar en una zona vulnerable a las inundaciones prefiere construir con materiales resistentes y no con los nativos.

Su esposa María Añapa comenta que en la parte posterior de la casa construirán una réplica de las viviendas tradicionales del pueblo chachi, donde no hay divisiones de interiores, ni paredes para no perder la tradición de su nacionalidad.

A pesar de que algunas familias también han cambiado sus materiales, otros conservan espacios para huertos en los que siembran caña de azúcar, papaya, fréjol, tomate, yuca o maíz que utilizan para la alimentación de la familia.

Luis Añapa, exdirector de la Dirección Provincial de Educación Bilingüe, explica que pese que se ha ido cambiando la forma de vida en la ciudad, los chachis más antiguos motivan a los demás para que la modernidad no termine con sus tradiciones.

“Estamos trabajando en un modelo de vivienda para nuestra nacionalidad, que permita la conservación de nuestras construcciones ancestrales, como ocurre en muchas poblaciones asentadas en la ribera del Cayapas”, comenta el maestro chachi.

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