Así luce el casco que fue creado por la Escuela Politécnica Nacional. Foto: Patricio Terán / El Comercio
Mover objetos con la mente, una tarea que parecía de ciencia ficción hasta hace poco, hoy es casi una realidad. Un equipo de investigadores, docentes y alumnos de la Escuela Politécnica Nacional (EPN) desarrollan prototipos electrónicos capaces de hacerlo.
Sang Guun Yoo, investigador y catedrático de la EPN, dirige a un equipo de 15 estudiantes de informática de la Politécnica en un Smartlab (laboratorio inteligente) que desarrolla los aparatos. El primer prototipo ya está listo, se denomina ‘interfaz cerebro–computador’ y es capaz de leer ondas cerebrales para controlar cosas físicas: encender luces, televisores, cambiar canales, etc.
Una de las tareas realizadas fue analizar el tipo y longitud de las ondas cerebrales. Esto se hace con un electroencefalograma tradicional, como el que usan los neurólogos para diagnosticar a sus pacientes.
El siguiente paso fue el más difícil: diseñar algoritmos matemáticos que permitan leer esas señales eléctricas del cerebro, porque el electroencefalograma solo las muestra. Además, tuvieron que clasificarlas e identificar cuáles son las que expresan las intenciones que tiene el usuario y, a partir de ello, direccionar esos impulsos eléctricos para controlar dispositivos externos.
El casco para controlar aparatos funciona con un software. Foto: Patricio Terán / El Comercio
Esos algoritmos desarrollados son introducidos en una computadora para que esta los descifre. Estas computadoras son pequeñas, para que no resten movilidad al usuario y puedan ser acopladas a un dispositivo portable, en este caso, un casco. Las minicomputadoras, denominadas ‘openboard’, están conectadas a una interfaz, es decir a un dispositivo capaz de transformar las señales generadas por un aparato, o sea las minicomputadoras, en registros comprensibles para otra persona. Las computadoras se conectan a un comando que emite ondas para controlar luces, electrodomésticos, una cama eléctrica y más.
El casco, con todos estos dispositivos integrados, permite realizar las tareas a partir de parpadeos largos.
Cuando una persona parpadea, el cerebro emite cierto tipo de señales eléctricas. Se excluyeron los parpadeos cortos, porque estos son involuntarios, ajenos a la intención de hacer una tarea.
El director del laboratorio politécnico dice que no fue fácil el desarrollo. “Hubo que diseñar complicados algoritmos para descifrar las señales cerebrales, enseñar a los alumnos a leer un electroencefalograma, importar una interfaz en miniatura en tiempos de escasez económica y explicar a los integrantes del proyecto el funcionamiento de la novedosa interfaz cerebro–computador”. Los recursos provinieron de la Escuela Politécnica Nacional y de fondos del exterior.
El siguiente paso es acoplar otros aparatos a la interfaz, por ejemplo: sillas de ruedas, brazos robóticos y un auto, que brinden autonomía a sus usuarios.
También se trabaja de forma paralela en una tercera etapa: hacer controles que se puedan usar en tiempo real, es decir que ni siquiera haga falta el parpadeo para activar aparatos. Como señalan sus creadores, el casco que permite manejar objetos tardó un año en desarrollarse.
En el área de la interfaz trabajan cinco estudiantes, otros se ocupan de temas mecánicos, eléctricos y de desarrollo de software. Una vez lanzada la tecnología, la idea es ponerla a disposición de la gente a un precio asequible.