Las máscaras de diablos que elaboran los artesanos del cantón Píllaro son un actractivo en la Diablada. Foto: Mónica Mendoza/EL COMERCIO
Son personajes de la Diablada que durante una semana se celebra en Píllaro, cantón de Tungurahua. Una fiesta que marca el inicio del año en la Sierra centro.
Las máscaras de diablos, vestimentas de rojo intenso y bailes fueron parte del atractivo para turistas nacionales y extranjeros. En el 2009 esta fiesta que comenzó en la época colonial fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial
el Ecuador.
La música comenzó a sonar desde el primer día, el domingo 1 de enero. El escenario se montó en la calle principal del cantón y se instalaron graderías junto al mercado central. Las veredas estaban llenas de gente que celebraba el paso de los bailarines al ritmo de pasacalles y sanjuanitos como fondo musical.
Comunidades de Guanguibana, Marcos Espinel y otras mostraron sus habilidades. Cada grupo llevaba una banda de pueblo y el público se metía en la comparsa para tomarse ‘selfies’ con los bailarines.
Los personajes más extraños eran los denominados bailarines de línea que lucían vestidos blancos, máscara de malla con maquillaje y un sombrero.
Lo más atractivo fueron los detalles de las máscaras de diablos, que se elaboran en talleres de artesanos locales, y que llevan cuernos y dientes de animales.
Las réplicas se vendían en los puestos ubicados en carpas entre USD 30 y 80, pero también había en material de fomix por USD 5.