Rubén Albarrán (con traje blanco) y Joselo Rangel, durante una presentación de la banda Café Tacvba. Foto: AFP
Hace 25 años, el disco ‘Re’, del grupo Café Tacvba, irrumpió en el panorama del rock en castellano con tanta fuerza creativa y también con tanta potencia, que el crítico estadounidense Jon Pareles lo consideró el equivalente latino del ‘White Album’, de The Beatles. Este mosaico de ritmos mexicanos con la fusión de las variantes del pop y la propuesta de dar una bofetada a lo establecido puso a México en la vanguardia del rock en español e impulsó la carrera de Café Tacvba hacia la internacionalización.
Desde el 22 de julio de 1994, ‘Re’ forma parte de los rankings más prestigiosos de rock latino, como la lista de Ernesto Lechner, de la Rolling Stone, que en el 2012 colocó al disco por encima de los mejores trabajos de los argentinos Soda Stereo (lo cual ya sonaba sacrílego para los seguidores de Gustavo Cerati) y Los Fabulosos Cadillacs, y del mexicano Carlos Santana, entre otros.
Los autores de este milagro eran cuatro mexicanos oriundos de Satélite, un fraccionamiento urbano creado para responder a la expansión de Ciudad de México. Rubén Albarrán era el cantante, un pequeñito pero enérgico tenor que cada cierto tiempo toma apodos artísticos y hacía de su vestuario una contraseña de la rebeldía. En ‘Re’ se hacía llamar Cosme y lucía el cabello de rojo, como un diablito. Los teclados estaban a cargo de Emmanuel del Real, quien también tuvo la voz principal en algunas canciones y asimismo se hacía cargo de algunos instrumentos.
Los hermanos Joselo Rangel (guitarras) y Quique Rangel (bajo) complementaron el grupo. ¿Y la batería? Bueno, los cuatro acordaron desde que formaron Café Tacvuba, en 1989, que ellos no necesitaban de un baterista cuando la tecnología ya había inventado la caja de ritmos. Y con esa formación comenzaron a tocar en bares minúsculos del DF, como Nueve, El Hijo del Cuervo y Tutti Frutti. El público grababa sus presentaciones y circulaban casetes piratas que, poco a poco, dieron reputación a Café Tacvba, llamado así en honor a la calle Tacuba (usaron la ‘v’ en Tacvba para diferenciarse de un bar homónimo y evitarse la visita de los abogados).
La multinacional Warner los reclutó y les dio la oportunidad de grabar, en 1992, un disco con los temas que sonaban en esos conciertos iniciales, como María y Rarotonga, que en directo funcionaban muy bien. Desde ahí, se percibía la intención del cuarteto de fusionar ritmos folclóricos con lo contemporáneos, pero el disco de debut tuvo un estilo general de folk–punk sin demasiadas pretensiones. Hasta entonces, Café Tacvba era considerado una más de las decenas de agrupaciones que seguían la estela (y copiaban el estilo) de Caifanes, Maldita Vecindad y El Tri. Maná, en el lado del pop, también se beneficiaba desde el pop comercial del fin de la censura al rock impuesta por el PRI desde 1968 y que duró hasta mediados de los 80.
Café Tacvba logró un éxito comercial con su debut y Warner le dio más presupuesto para su segundo trabajo, con lo cual el cuarteto se lanzó de lleno a crear un disco que rompiera con los moldes del rock latino. Aunque, de entrada, era muy difícil encasillar a ‘Re’ en el rock. Lo primero que sonaba al iniciar el disco eran los acordes de una jarana, para luego dar paso a una fusión de la tradición con lo electrónico, mientras la letra hablaba de una abducción extraterrestre. La canción se llama El aparato.
De ahí, las 19 pistas restantes eran un auténtico festival de fusiones. Funk, punk, boleros, huapango, jarocho, metal industrial, disco, rancheras, bossa, mambo, sonidos de Sinaloa, quebraditas y más desfilan en una colección de canciones que necesitan más de una audición para ser disfrutadas. El argentino Gustavo Santaolalla fue el productor que dio sentido a esta amalgama de mezclas.
Si la fusión musical ya era contundente, las letras no se quedaban atrás. Además del tema de los extraterrestres, se habla del problema ambiental de las petroleras, de un personaje encerrado eternamente en el metro, de un borrego que se acopla a las circunstancias para quedar bien con todos, de cuestionamientos sobre la colonización española y, por supuesto, de temas de amor y despecho. Los oídos más atentos descubrieron en los textos referencias literarias al realismo mágico, pero al de Elena Garro, y a las obras de Arthur C. Clarke y de D.H. Lawrence, y también a las mitologías precolombinas.
‘Re’ fue un bombazo en el mundo, pero curiosamente no triunfó en México, al menos no desde el inicio. El público no aceptó las nuevas canciones y los críticos los destrozaron. Pero el disco se impuso en Estados Unidos y América Latina, y transformó a Café Tacvba en una banda de prestigio, aunque el costo fue salirse del circuito independiente. La canción La ingrata, una polka en tono de ranchera que parodia la tradición mexicana del despecho, fue un hit global.
Hoy, Café Tacvba sigue integrado por los mismos cuatro mosqueteros del inicio, que ahora rondan los cincuenta años. Ha publicado seis álbumes más de estudio, pero guarda una cierta distancia con ‘Re’. Los festejos de este año se enfocaron sobre todo en el segundo Unplugged del grupo con MTV (el primero fue en 1995) y se habló de modificar la letra de La ingrata para las presentaciones en vivo, pues en estos tiempos políticamente correctos y de conciencia sobre el femicidio ya se hizo incómodo cantar que a una mujer que se le daría “un par de balazos para que te duela”, por más paródica que fuera la intención.