Cuando el martes (11 de julio del 2017) Bill Cosby cumpla 80 años, es probable que no le queden muchas ganas de fiesta. Tras 52 horas de deliberaciones, el jurado no logró ponerse de acuerdo para dictar sentencia en el proceso por el que la estrella de la televisión está acusada de abusos sexuales.
Y esa división parece reflejar también las dudas de muchos estadounidenses: ¿se trata de un acosador que debería estar entre rejas o es una víctima de una interminable campaña para ensuciar su nombre? Lo cierto es que el próximo 12 de julio Cosby se verá obligado a celebrar su redondo cumpleaños en medio de una espiral decadente que lo empuja cada vez con más fuerza a medida que las acusaciones de abusos sexuales se acumulaban.
Es cierto que no ha sido condenado, pero la imagen de indeseable se ha instalado incluso en la mente de muchos de sus antiguos fans. “El padre abusador de EE.UU.”, titulaba a finales de mayo The Boston Globe cuando el juicio ni siquiera había comenzado.
Muy lejos queda aquel William Henry Cosby que en 1966 se convirtió en el primer actor negro en alzarse con un Emmy por la serie ‘I Spy’, galardón que revalidó los dos años posteriores. Aquel que abrió a los negros el mundo de la televisión, hasta entonces reservado para los blancos, y que con ‘The Bill Cosby Show’ se convirtió en un padre de culto.
Para millones de personas, sus gags entremezclados con historias cotidianas y una moral amable eran la cita obligada de cada tarde con la televisión. Más de 50 personas acusan a Cosby de haber abusado sexualmente de ellas. Aunque aún no pese condena sobre él, el comediante se ha convertido en un símbolo con el que identificar a todos esos hombres cuyos delitos sexuales se persiguen demasiado tarde, demasiado lentamente, o no se castigan en absoluto.
Cosby representa ahora a todos esos estudiantes universitarios que durante una fiesta abusaron de una mujer borracha. Además, el proceso de Norristown, que tendrá que revisarse, alcanza una dimensión aún mayor: fama, poder, sexo, color de piel y delincuencia son los ingredientes que hacen de este caso tan espectacular y polémico como el juicio que afrontó en 1995 el futbolista O.J. Simpson.
Ambos afroamericanos amasaron una fortuna, los dos gozaron de la admiración de millones de personas y los dos vieron cómo su reputación se desmoronaba a causa de un juicio.
Sin embargo, en el caso de Simpson entraba en juego el racismo: su exmujer Nicole, blanca, y el amante de esta, fueron asesinados en 1994. El espectáculo judicial se retransmitió en directo por televisión y ante el público hambriento de sensacionalismo de Los Ángeles, y no en una apartada zona residencial de Filadelfia.
Pero aunque las acusaciones contra Cosby son cada vez más graves, Simpson fue acusado de asesinato doble, y declarado inocente. Su caso lo narró con gran éxito de público la primera temporada de la serie de televisión ‘American Crime Story’.
Con todo, el nombre de Bill Cosby parece diluirse cada vez más. Él fue el rostro de los Estados Unidos negros mucho antes de que un hombre llamado Barack Obama comenzara a pronunciar discursos.
Pero hoy en día, los jóvenes estadounidenses tienen otros ídolos, ya sean Kanye West y Beyoncé, Chris Rock y Dave Chapelle o Barry Jenkins y Jordan Peele. Eso sí, por ahora, parece que al menos en público Cosby sí puede contar con su familia. Su mujer, Camille, con la que lleva casado más de 50 años, calificó tras el proceso al juez Steven O’Neill de “claramente arrogante”, y una de sus cuatro hijas lo ha defendido abiertamente.