Las tortugas marinas quedan usualmente atrapadas en las redes de pesca y en la basura plástica que llega siempre a la Costa ecuatoriana. Foto: Cortesía Rubén Alemán
Los plásticos se acumulan en sus intestinos, se pegan a sus aletas o se adhieren a sus cuellos hasta dejarlas sin respirar. Las tortugas marinas son parte del grupo de animales más afectados en Ecuador por la presencia de este material en los océanos.
Aunque estas imágenes suelen llamar la atención, no son casos aislados. Cada vez es más frecuente que estas especies queden atrapadas en las bolsas plásticas o se las coman, al confundirlas con alimento.
Datos de la Organización de Naciones Unidas revelan que la mitad de las tortugas marinas del mundo ha consumido desechos plásticos durante su vida. Se estima que al menos mil tortugas mueren anualmente debido a estas causas.
Hasta el Centro de Rehabilitación de Fauna Marina del Parque Nacional Machalilla, ubicado en Manabí, cada año llegan alrededor de 120 tortugas marinas. De estas, alrededor del 80% necesita atención por lesiones o patologías relacionadas con plásticos.
Rubén Alemán, veterinario y técnico en Manejo de Biodiversidad del centro, explica que la mayoría de especímenes rescatados defecan plásticos o los tienen en su interior.
Algunas tortugas presentan obstrucciones intestinales, ya que estos materiales se acumulan en su organismo. Dependiendo del caso, se les realiza una cirugía o se aplican tratamientos para que puedan expulsarlos. El mayor problema, dice Alemán, es que el plástico se enreda en el cuello de los animales, los ahoga y finalmente los mata.
En otras ocasiones, este se pega en las aletas, el tejido de esta zona se pudre por la falta de circulación de sangre y finalmente los médicos deben amputar sus extremidades.
El especialista cuenta que actualmente hay dos tortugas en el centro a las que tuvieron que someter a este procedimiento. Estas llegaron con sus aletas amputadas, ya que las habían encontrado atrapadas en nailon y plástico.
Los animales completaron el tratamiento en el centro, pero uno de estos ya no podrá volver al océano. Se le construirá una prótesis para que pueda vivir bajo cuidado humano. En otros casos, la única opción es la eutanasia.
Las tortugas llegan con fracturas en sus caparazones o con sus bocas destruidas, tras haberse enganchado en los anzuelos o haber mordido el nailon. Otras presentan cortes en sus cuerpos, provocados por los cuchillos usados para sacarlas de las artes de pesca.
Desde bebés, estos animales deben esquivar la basura que los humanos generan y que termina en su hábitat. Hasta el Parque Nacional Machalilla han llegado especímenes de 2 años de edad que ya defecaban plásticos.
“En tortugas marinas todos los casos me impactan”, dice Alemán, quien se dedica desde hace ocho años a esta labor en el único centro de rehabilitación especializado en fauna marina del país.
Este sitio recibe cada año a alrededor de 300 aves marinas; de estas, un 50% presenta nailon o basura en su intestino. En dos ocasiones los especialistas tuvieron que operar y sacar el plástico del intestino.
También han tenido casos de lobos marinos con obstrucción intestinal causada por basura, fundas desechables, redes y nailon. Según Alemán, la problemática continúa aumentando cada año.