Los retablos, altares y urnas son los principales elementos que se exhiben dentro de este museo en Colta. Foto: Cristina Márquez / EL COMERCIO
La imagen de Santa Rita, venerada en las comunidades indígenas de Colta, es la atracción principal de un pequeño museo que se abrió junto a la Balbanera, una iglesia construida en 1534 y considerada la más antigua del país.
Santa Rita tiene al menos 150 años de antigüedad y se desconoce quién es el autor de la escultura. Ella viste una túnica roja decorada con flores bordadas y un sombrero.
“Pensamos que su atuendo fue hecho por artesanos de Colta, porque es diferente a la vestimenta de otros santos. Los bordados y el sombrero se asemejan más a la ropa originaria de las comunidades”, explica Marisol Caguana.
Ella es una de las cuatro jóvenes voluntarias que reciben a los visitantes en el museo. Para guiar a los turistas en un recorrido por el templo y mostrar las antigüedades que se exhiben ahí, tuvo que prepararse durante varios meses.
En la primera parte del recorrido, Caguana muestra las particularidades de la fachada de la Iglesia. Las decoraciones de piedra fueron talladas por indígenas nativos.
“Los querubines son símbolos religiosos católicos, pero los de nuestra iglesia tienen las alas en los hombros, una representación del cóndor, que es un animal sagrado para la cosmovisión andina”, explica Caguana a una familia oriunda de Guayaquil, que visita la iglesia.
Los voluntarios piden a los visitantes una contribución de USD 1 por el recorrido y la visita, además venden preparaciones artesanales hechas por los monjes de Salcedo. El dinero que recaudan se invierte en la restauración de imágenes antiguas y en el mantenimiento de la capilla.
“El dinero que ya hemos recaudado nos sirvió para restaurar el techo de la iglesia y cuatro imágenes antiguas. Nosotros no recibimos ninguna ayuda estatal para conservar esa joya del patrimonio, por eso recurrimos a la autogestión”, cuenta Marcos Tapia, párroco de Balbanera.
En el museo hay alrededor de 60 piezas de interés histórico. Entre ellas están un baúl de 300 años de antigüedad -para guardar objetos de la liturgia- que fue traído desde España, unos sillones de terciopelo y cuero, litografías, la ropa que los priostes de María Natividad de Balbanera le donan cada año, entre otros.
“Los vestidos más antiguos de la Virgen se perdieron, tenían hilos de oro. No queremos que eso vuelva a ocurrir, por eso ahora los preservamos en vitrinas y están expuestos al público”, afirma Caguana.
La apertura del museo, en febrero pasado, incrementó el número de visitas a la iglesia. Se calcula que unos 500 turistas llegan cada semana y que la mayoría son extranjeros.
Eso también benefició a una asociación de artesanos indígenas que comercializa prendas de vestir, decoraciones y otros souvenirs en los exteriores de la capilla.
La agrupación está integrada por 12 personas que manufacturan ponchos, bayetas, frazadas y otras prendas tejidas que se tejen con técnicas ancestrales y tienen alta demanda entre los turistas extranjeros.
También se venden pinturas que muestran los paisajes de las comunidades, esculturas hechas en tagua, instrumentos musicales andinos, comidas típicas… entre otros productos, que cuestan desde USD 0,50.
“A la iglesia le hace falta más difusión. Ahora que tenemos un museo que se suma a la lista de atractivos para visitar, esperamos que lleguen más personas”, dice María Chimbolema, presidenta de la Asociación.