Hernán Espinosa y Gisela Herrmann de Espinosa, junto con sus hijos y sus sobrinas, fabrican artesanías con temáticas navideñas en Tintín. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
En un pequeño taller, ubicado en el centro-norte de Quito, seis personas se mueven de un lado a otro tomando pintura, pinceles y laca e imaginado diseños para crear piezas decorativas y mobiliario para adultos y niños de todas las edades; tienen distintas formas, colores y tamaños, pues se trata de creaciones personalizadas.
En varias estanterías reposan relojes, cunas diminutas, joyeros, árboles navideños, pesebres, matrioshkas y más. En un cuarto más amplio, sobre un piso de cemento, hay juegos de dormitorio, mesas y vitrinas.
Para su elaboración, cuenta Elizabeth Espinosa de Villegas, utilizan madera de olivo y seike. Son piezas 100% artesanales, creadas por una familia que hace 35 años estuvo dedicada a la fabricación de mobiliario.
Carlos, Evelyn, Elizabeth e Ilonka Espinosa, y Renata y Estefanía Ponce continúan con la tradición que hace 35 años inició artesanías Tintín. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Ahora, desde hace 10 años y con el nombre de artesanías Tintín, comercializan, además de muebles, detalles irrepetibles. Ahora mismo trabajan en una colección de muñecos a gran escala para recibir la Navidad.
Elizabeth cuenta que se trata de un negocio familiar en el que participan papá, mamá, hijos y sobrinas. Hernán Espinosa y Gisela Herrmann de Espinosa se iniciaron en el mundo de la madera y ahora son Carlos, Evelyn, Elizabeth e Ilonka Espinosa, y Renata y Estefanía Ponce los que continúan con la tradición.
Las artesanías elaboradas en el taller que se encuentra en el centro-norte de Quito son hechas con madera de olivo y seike. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Estas dos últimas son las nietas de Hernán y Gisela y las encargadas de darle un nuevo toque a cada una de las creaciones. Renata es arquitecta y ella, por ejemplo, trabaja muebles con diseño en tercera dimensión.
Inicialmente, la familia Espinosa Herrmann hecho mano de la madera para crear piezas y empotrarlas en las construcciones que realizaba Hernán (ahora de 90 años), ingeniero de profesión.
En el taller de artesanías Tintín ya se siente la Navidad. La familia trabaja en una colección de muñecos a gran escala. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Más tarde fue Gisela quien le sacó provecho a sus destrezas con la madera y también con las telas. A sus 87 años todavía presume un nacimiento musical que gira con un pequeño impulso de las manos. Hernán no se queda atrás, él todavía realiza sus relojes favoritos de madera.
Elizabeth, en cambio, recuerda con nostalgia los regalos que recibía cuando era niña: una cuna elaborada por su padre y un peluche creado por su madre.
Las piezas decorativas se exhiben al público en un showroom. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Y para sembrar esos recuerdos en las nuevas generaciones, precisamente, continúan creando y manteniendo un taller y showroom que inmediatamente transporta a los visitantes a un mundo de fantasía, pues al cruzar la puerta unas mesas pequeñitas, diseñadas para los infantes de la casa, dan la bienvenida a las personas.
Todas esas piezas, dice Elizabeth, se pueden replicar. Basta con seleccionar un diseño, en el que incluso puede participar el futuro dueño.