La gira Licencia para cantar, para promocionar su más reciente disco ‘Romaphonic sessions’ en acústico, hace escala en Quito. Foto: Facebook/ Andrés Calamaro.
El cantautor argentino Andrés Calamaro compartirá su lado más íntimo con el público ecuatoriano, que espera, dijo a EL COMERCIO, sepa distinguir cuándo es el momento de cantar con él y cuándo es el momento de guardar silencio. “Es una gira acústica sin guitarras eléctricas. Recomendamos no filmar el concierto con el teléfono para estar enfocados en la música”.
Acompañado por un piano y con un formato acústico, el músico llegará al Teatro Nacional de la Casa de la Cultura, el jueves 22 de junio de 2017, con Licencia para cantar. Se trata del ‘tour’ que promociona su más reciente trabajo discográfico, ‘Romaphonic Sessions’, que se compone por reversiones.
‘Romaphonic Sessions’ es el resultado de la grabación de un ensayo con el que Calamaro preparaba un concierto especial abriendo para Bob Dylan. Con su voz, el piano de Germán Wiedemer y un micrófono en una sala del estudio que da nombre al álbum, incluyó un repertorio de clásicos propios (Mi enfermedad, Los aviones y Siete segundos) y ajenos (Nueva zamba para mi tierra, de Litto Nebbia).
“Fue una grabación accidental. Después pensé que podía publicarse como disco. No es un disco habitual en las rutas discográficas normales, pero es algo que está bien dentro de una discografía importante”.
Este álbum casi no contó con un proceso previo, según recuerda Calamaro, pues el único “secreto” fue el de una creación íntima entre el cantante y el pianista. Dice que difícilmente las reversiones de ‘Romaphonic Sessions’ mantienen su esencia original -sobre todo aquellos temas roqueros suyos que ahora son acústicos-, pero que ese cambio de formato no es tan importante.
Aunque este ha sido un cambio en la parte musical de Calamaro y hasta en su estilo de vida -es fácil recordar al Andrés Calamaro de Los Rodríguez, con una vida desordenada e hiperactiva-, el artista opina que no ha perdido su esencia roquera con este nuevo formato, sino que “en lo personal me siento volviendo a ciertas de mis raíces musicales”.
Convertido en un ferviente lector y en un melómano apasionado, Calamaro ya lleva casi 40 años de vida musical, en los que ha espaciado, cada vez más, el tiempo entre un lanzamiento y el siguiente. ‘Romaphonic Sessions’ forma parte de una trilogía, cuya anterior entrega fue ‘Grabaciones encontradas’, hace dos décadas.
“Seguimos grabando permanentemente y hubiéramos podido editar muchos volúmenes de ‘Grabaciones encontradas’, pero… no lo hice”. Para Calamaro, trabajar menos no significa renunciar a la música. “Me gustaría retirarme antes de que la vida me retire. Irme caminando antes que me hagan salir corriendo”.
Aunque reconoce que la vida lo ha cambiado, el músico de 55 años, no tiene una opinión clara de sí mismo, además de que es un adicto a la música: “Escuchar discos es un placer divino”. Ya no siente curiosidad por aprender a interpretar nuevos instrumentos y su concentración, por lo pronto, está en tocar mejor el piano.
“Espero que los ecuatorianos recuerden lo que hemos presentado antes y ahora vengan dispuestos a escuchar un concierto diferente. Va a haber varias sorpresas y un formato muy íntimo”.