Amazonía recibe apoyo internacional

El proyecto se lleva a cabo en las seis provincias amazónicas de Ecuador. Cortesía Sergio Garrido, PNUD

El proyecto se lleva a cabo en las seis provincias amazónicas de Ecuador. Cortesía Sergio Garrido, PNUD

El proyecto se lleva a cabo en las seis provincias amazónicas de Ecuador. Cortesía Sergio Garrido, PNUD

Ecuador recibe apoyo internacional para la implementación del Programa Integral Amazónico de Conservación de Bosques y Producción Sostenible (Pro Amazonía) para luchar contra la deforestación y lograr una reconversión a sistemas productivos amigables con los ecosistemas.

Para esta iniciativa, el país recibió USD 53,6 millones por parte del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y el Fondo Verde para el Clima (GCF). Esta es la primera vez que ambas instituciones destinan una cantidad tan grande para un solo proyecto.

Mónica Andrade, responsable del Área de Ambiente y Energía del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el Ecuador, explica que, además de la importancia que tiene esta iniciativa para la conservación de la Amazonía, es el primer proyecto en el mundo en recibir una donación tan grande del GCF para temas relacionados al plan de acción Redd+.

Esto se da, dice, por el trabajo que se ha realizado localmente desde el 2012 en la implementación de la estrategia Redd+, que busca reducir la deforestación y las emisiones de carbono asociadas a esta problemática.

En el caso de la donación del GEF es diferente, explica Andrade, ya que este ha sido el fondo multilateral que tradicionalmente ha financiado proyectos ambientales en el mundo y Ecuador siempre ha sido uno de los beneficiarios. Aún así, el apoyo de alrededor de USD 12 millones para un solo proyecto es significativo.

El proyecto se inició en mayo del 2017, cuando el Ministerio del Ambiente (MAE), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el PNUD firmaron el documento del proyecto para la implementación de las actividades.

El Pro Amazonía nació de la unión de los proyectos que ambas organizaciones internacionales iban a financiar por separado. El primero tenía un enfoque de paisajes de uso múltiple y de conservación de la biodiversidad en la Amazonía, mientras que el segundo, financiado por el GCF, buscaba promover incentivos financieros y apoyo para la mitigación del cambio climático.

Una vez que se aprobaron las iniciativas, los dos ministerios decidieron juntarlas para que las actividades se complementen en las mismas áreas geográficas de intervención.

Durante el primero, de los seis años de vigencia del proyecto, las acciones se han enfocado en la preparación para su aplicación como los arreglos logísticos, contratación del personal y la constitución de los equipos técnicos.

“Sabemos que las comunidades y nacionalidades que viven en el bosque son las que más lo cuidan, pero dependen de los árboles y de la biodiversidad para sobrevivir”, dice Andrade. Por eso, el objetivo del programa es contribuir a la meta de lograr una tasa cero de deforestación hasta el 2030, sin dejar de lado la generación de alternativas productivas con las comunidades.

Uno de los cuatro componentes principales de la iniciativa es promover incentivos no monetarios para lograr la transición de las comunidades de sistemas productivos tradicionales a unos más sostenibles. Esto implica asistencia técnica desde el MAG, seguimiento y que los productores reciban un kit con herramientas, semillas, plantas e insumos para que hagan esa transición.

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