Alejandra Pizarnik y su 'laboratorio' literario

La escritora argentina falleció a los 36 años, después de una sobredosis de barbitúricos. Escribió poesía y textos en prosa. Foto: latercera.com

La escritora argentina falleció a los 36 años, después de una sobredosis de barbitúricos. Escribió poesía y textos en prosa. Foto: latercera.com

La escritora argentina falleció a los 36 años, después de una sobredosis de barbitúricos. Escribió poesía y textos en prosa. Foto: latercera.com

La obra diarística de Alejandra Pizarnik, conservada por la Universidad de Princeton, consta de un total de treinta documentos: diez libretas, catorce cuadernos y seis textos mecanografiados. Los estudiosos de su obra coinciden en que estos diarios son el ‘laboratorio’ en el que se gestó gran parte de su obra literaria.

Asimismo, los diarios de Pizarnik, que habría cumplido 85 años el jueves pasado, son una especie de faro que ilumina pasajes de su vida personal, sus métodos de escritura, sus intenciones literarias, sus relaciones con otros escritores y sus referentes literarios, entre ellos: Charles Baudelaire, André Bretón, Franz Kafka y Katherine Mansfield.

Pizarnik no solo escribía diarios sino que tenía una fasci­nación especial por leer el de otros autores. Entre sus investigaciones, Ana Becciú, encargada de la compilación de la obra de la escritora, apunta que uno de los diarios a los que siempre volvía es al de Kafka, que compró en 1955 y que estaba lleno de marcas de su lectura, subrayados, notas y comentarios. “Es el libro que la acompaña durante muchos años, por ser uno de los autores con quien mostró una profunda identificación”.

Pizarnik escribió sus diarios entre 1954 y 1972, año de su muerte. Durante esos 18 años, su mapa literario fue poblándose de poesía, pero también de relatos, piezas de teatro, artículos y ensayos. A través de sus diarios también se puede entender la conexión de su poesía con el surrealismo.

El escritor César Aira, que acaba de ganar el Premio Formentor 2021, escribió en ‘Alejandra Pizarnik’, que cuando esta autora empezó a escribir, en los años cincuenta, todos daban por muerto al surrealismo. “Era natural que una poeta formada como ella en el gusto surrealista instrumentalizara el procedimiento de la escuela muerta, como quien usa el reloj de un pariente difunto”.

En esta frase, Aira hace alusión a ‘Reloj’, uno de sus textos más famosos. “Dama pequeñísima/moradora en el corazón de un pájaro/sale al alba a pronunciar una sílaba/NO”.

En sus diarios también se hacen visibles temas como su origen familiar -fue la segunda hija de un matrimonio de judíos que llegaron a Argentina, dos años antes de su nacimiento-, y su relación con la lengua, la que aprendía en la escuela y que era distinta a la que se escuchaba en la calle, o la que se encontraba en los libros de Jorge Luis Borges o Julio Cortázar.

En estos textos, al igual que en la voz poética de sus primeros poemarios, deja ver la relación compleja que en el principio tuvo con el español.

Entre los temas que rondan de forma constante sus diarios también están el amor y el acecho y la añoranza de la muerte. En una de sus libretas apunta que la incapacidad de amar la ha de llevar a un confinamiento más o menos completo de sí y a una individualidad fuerte y productiva, que le permitirá que su temperamento artístico crezca considerablemente. “Quizás haga una gran obra; quizás mi pluma explorará linderos desconocidos, quizás mi ave será gloriosa, quizás mi muerte será mi nacimiento”.

Su diarística también da cuenta de la presencia de las varias Pizarnik literarias que existieron. Una de las menos estudiadas es la de prosista. Estos escritos comenzaron a estudiarse a partir de ‘Textos de sombra y últimos poemas’, una antología preparada con material inédito por Becciú y la poeta Olga Orozco.

Después apareció ‘Prosa Completa’, que cuenta con un prólogo de Ana Nuño. En este texto, la escritora venezolana sostiene que la prosa de creación y ensayística de Pizarnik está en correspondencia con el conjunto de su obra poética. Uno de los ejemplos más flagrantes es la pieza de teatro ‘Los perturbados entre lilas’, en el que se escuchan ecos de ‘El infierno musical’, un poemario publicado en 1971.

Acriterio de Lucía Mestanza, estudiosa de los diarios de Pizarnik, estos escritos representan un desafío de lectura de total actualidad. Señala que en estos textos se hace evidente el desvanecimiento de los bordes entre ficción y realidad.

Asimismo, sostiene que son una muestra de que la lectura de los referentes es una forma de reescritura no carente de originalidad, y que son textos que instan a repensar el modelo canónico de la diarística, en el que “la obra de arte es la encarnación del autor como personaje convertido en un bello poema, uno que cuestiona a su propia voz, a sus referentes, al género y al propio lector”.

Como parte de los nuevos estudios sobre sus diarios, Cristina Piña y Patricia Venti han anunciado el lanzamiento, en Argentina, de ‘Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito’. Otra ventanaal mundo de unaautora que concebía la escritura como un espacio ceremonial, en donde se exaltaba la infancia, la libertad, la vida y la muerte.

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