Existen regulaciones municipales que determinan cuándo es mejor sacrificar a un animal. Se estima que en Quito existen cerca de 50 000 perros y gatos. Foto: Archivo.
Hace pocas semanas se conoció del caso de Arruga. Una sharpei adulta que fue rescatada en el sector de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Cuando llegó a manos de la Fundación Camino a Casa, la perra fue revisada por un veterinario y se confirmó el diagnóstico positivo para moquillo sumado a una desnutrición severa.
Por su situación particular los médicos concluyeron que lo mejor para su bienestar era la eutanasia. Esta decisión se apega a la primera causal que establece la Ordenanza Municipal 0048.
Según la norma, se puede ‘dormir’ a una mascota “cuando el animal no pueda ser tratado por tener una enfermedad terminal e incurable, diagnosticada por un médico veterinario”. También cuando “esté en sufrimiento permanente, físico o psicológico”. Esta categoría permitiría la eutanasia de Arruga.
En Quito hay un animal por cada cuatro habitantes. Es decir, en una ciudad de aproximadamente dos millones de pobladores, existen cerca de 500 000 perros y gatos (callejeros y de familias), según estimados de la Secretaría Metropolitana de Salud, basados en estudios de la Sociedad Mundial Protectora de Animales.
Arruga pertenecía a una familia. Luego de cinco meses de haberse escapado de su hogar, supuestamente asustada por pirotecnia, se reunió con sus dueños.
Pese a que se había tomado la decisión de sacrificar al animal, en el último día que se le concedió se mostró “con ganas de vivir”, así lo recuerda Cristina Calderón, impulsadora de la Fundación Camino a Casa.
Además de la Autoridad Municipal Responsable del Distrito Metropolitano de Quito, a través del Centro de Gestión Zoosanitario, Urbanimal, existen dos inspectores municipales de fauna urbana para todo el Distrito Metropolitano.
A su trabajo se suma el de más de 40 fundaciones y organizaciones no gubernamentales, la mayoría de las cuales no está reconocida legalmente, y rescatistas independientes que laboran en Quito actualmente.
EL COMERCIO recogió información de siete organizaciones y una institución pública. Según Lorena Bellolio, presidenta de Protección Animal Ecuador (PAE), es imposible dimensionar de forma exacta la capacidad de atención de todos estos organismos. “Esta no es una actividad formal”, explica.
En conjunto se realizaron alrededor de 2 261 rescates. Se adoptaron aproximadamente 1 838 mascotas y se sacrificó a 216 (esta cifra que no contempla los casos de PAE). Sobre esta organización, Bellolio dijo que la cifra de eutanasias supera a la de adopciones.
Indicó que son “injustas”, pero que al no haber alguien que se haga responsable de esos animales, es una herramienta que se puede usar. “No es la solución”, aclara.
En su organización se prioriza el bienestar de los casos que ya tienen aunque deban dormir a “animales que podrían recuperarse”. Reconoce que sobre este tema ha existido polémica entre las organizaciones.
Ante eso, Bellolio asegura que las acciones de PAE están encaminadas a evitar el sufrimiento de los animales y que “son sus dueños quienes los condenan a muerte“.
Urbanimal, como Autoridad Municipal Responsable, recibe -anualmente- aproximadamente 600 casos en sus instalaciones. De ellos, alrededor de 200 animales son dados en adopción. Esta entidad aplicó la eutanasia aproximadamente al 30% del universo de casos recibidos. Además la institución trabaja con un programa de ‘atrapar, esterilizar y soltar’, para evitar la reproducción descontrolada.
Fernando Arroyo, coordinador de Urbanimal, aclaró que las eutanasias en ese centro se dieron en “situaciones críticas”. Explicó que en meses como diciembre, cuando aumentan las ventas de cachorros para Navidad, el número de casos se dispara.
“Llegan 50 o 60 animales con sintomatología de parvovirus y el trabajo epidemiológico del centro es evitar que otros que han sido recuperados se enfermen”, dice. “Además, el sufrimiento permanente, crónico o agudo de la enfermedad del parvovirus obliga -de acuerdo a las causales de la ordenanza municipal- a realizarlo”.
Los ejes para el control de la fauna urbana, con los que trabaja el Municipio, están muy relacionados a los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud y a la Guía de manejo de poblaciones caninas y felinas de la Coalición Internacional para el Manejo de Animales de Compañía (ICAM), menciona Arroyo.
Este manual sugiere ocho componentes de un programa de manejo de poblaciones caninas. La legislación, el registro e identificación, la esterilización, el mantenimiento de instalaciones y centros de adopción, vacunación y el control de acceso a recursos son algunos de los ejes más importantes.
El tema de la eutanasia también es parte del listado pero en casos “que no puedan ser reubicados o que no puedan sobrellevar su estadía en el centro lo suficientemente bien como para mantener un nivel razonable de bienestar”.
De las cifras obtenidas (sin la data de PAE), se conjetura que las adopciones superan a las eutanasias. Sin embargo, las ONG sostienen que no es suficiente pues todavía existe abandono, reproducción para la venta y, sobre todo, una “falta de conciencia”, que para Carolina Redín, fundadora de Enda Ecuador, es la principal causa de este problema.
Redín señala a la educación como un eje clave en el manejo de poblaciones caninas, específicamente; ya que “el comportamiento humano es un factor sumamente influyente en la dinámica de las poblaciones de perros“.