Carlos Rubira Infante grabó sus últimas canciones hace una década. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Discípulo de Gonzalo Vera y maestro de Julio Jaramillo, el músico y compositor guayaquileño Carlos Rubira Infante ha dejado este mundo para entrar en los anales de la historia de la música por la puerta grande, convertido en referente artístico y cultural del Ecuador, con un escaño en el Salón de la Fama de Compositores Latinos.
El cantautor falleció ayer 14 de septiembre del 2018, a dos días de celebrar su onomástico número 97. Rubira había tenido un quebranto en su salud y en los últimos días estaba asilado en el Hospital del Seguro Social, en Los Ceibos.
Nacido en Guayaquil, se empleó como voceador, bombero, vendedor, hielero, gasfitero y en otros oficios antes de seguir el llamado de la música desde los 20 años, interpretando sus canciones en el programa radial ‘La Hora Agrícola’, de Radio El Telégrafo.
Formó el dueto Vera Santos-Rubira, con Gonzalo Vera y también cantó con Olimpo Cárdenas y Julio Jaramillo. Hombre generoso, compartió sus conocimientos con artistas como Pepe Jaramillo, Fresia Saavedra, Liliam Suárez o Fernando Vargas -con quien grabó sus últimas canciones en el 2008- y en quienes va quedando el honor y la responsabilidad de mantener vivo su legado.
Más que un medio de vida, en la música vio una pasión: trabajó como cartero por más de tres décadas en los Correos Nacionales de Guayaquil.
La música, en cambio, le duró toda la vida. Hasta hace poco tarareaba algunas melodías, según comentó Enrique Candell, nieto del compositor.
Su irreversible ausencia deja un profundo vacío en su familia y allegados, así como en la escena musical del país. Numerosas voces se van sumando a ese sentimiento de pesar, desde distintos espacios del sector público y privado.
Su muerte “representa una pérdida profunda para la cultura ecuatoriana. Rubira Infante es nuestro decano de la música nacional, que deja una herencia cultural profunda”, dijo el ministro de Cultura y Patrimonio, Raúl Pérez Torres, sobre su legado.
El presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Camilo Restrepo, compartió un comunicado en el que destaca a Rubira como “un artista en toda su expresión, comprometido con la formación de nuevos talentos y amante de su tierra, que fue la inspiración de sus canciones. Reconocido como ‘El Cantautor de la geografía ecuatoriana’, deseando que no exista el regionalismo sino un pueblo, un solo corazón”.
Con una particular sensibilidad artística, él puso música y letra a la identidad nacional con canciones como Playita mía, Ambato tierra de flores, Venga conozca El Oro, Lindo Milagro o Madera de Guerrero, que ha sido adoptada como himno local por los porteños.
No fue la única canción dedicada a su tierra. El compositor Ricardo Pita dice que Guayaquil pórtico de oro era un tema que lo mantenía cerca de su terruño mientras vivió en el extranjero. “Me hacía recordar las calles, el río…”, asegura.
En el camino también deja versos y melodías en las que retrata el diario vivir de la gente, sus tristezas y pasiones. Alondra fugitiva, Chica linda, Esposa, Pobre mi madre querida, son temas que quedan como referentes para las nuevas generaciones de artistas.
“Imagínese perder a un hombre que todavía era lúcido; componía canciones e historias”, dice Hilda Murillo sobre el colega y amigo, al que conocía de toda la vida, desde que se convirtió en maestro y amigo de su madre, la cantante Fresia Saavedra.
Otras figuras de la escena musical, como Israel Brito, Damiano, Martín Galarza (AU-D), Troy Alvarado, expresaron su pesar y solidaridad con los familiares y amigos de Rubira a través de sus redes sociales.
Todo aquel prolífico trabajo fue decisivo en el proceso de nominación al Salón de la Fama de los Compositores Latinos, cuyo ingreso fue confirmado en mayo de este año.
La noticia le llegó en vida, como un acto de justicia por su importante trayectoria, pero el reconocimiento, sin embargo, será póstumo, pues la gala de premiación a la que estaba invitado está prevista para el 18 de octubre, en el James L. Knight Center, en Miami.
El sepelio del músico
El féretro llegó ayer (14 de septiembre del 2018) por la tarde al Salón de la Ciudad, en el Municipio del Puerto Principal. El ataúd se instaló en el centro del lugar, escoltado por las banderas de Ecuador y Guayaquil. El cortejo fúnebre arribó al sitio a las 15:15 para, en el Cabildo, rendirle honores.
La directora de la Empresa Pública de Turismo, Gloria Gallardo, lo recibió con una rosa blanca en los bajos del edificio municipal. Varios seguidores también flamearon banderas albicelestes en señal de solidaridad con los familiares del cantautor. Luego, se levantó la capilla ardiente en el sitio.
Nebot llegó pasadas las 16:20. Permaneció brevemente en el Salón y lamentó la pérdida. Señaló que se declararon tres días de duelo en la ciudad y que “su nombre acabará siendo la denominación de alguna plaza importante de Guayaquil”.
La Junta de Beneficencia de Guayaquil entregó en donación una bóveda mausoleo para que sean sepultados sus restos. Está ubicada en la puerta número 8 del Cementerio Patrimonial. Para hoy, a las 16:00, está previsto que se realice el sepelio en el cementerio patrimonial.