Estudiantes de colegios municipales, en el Palacio de Cristal, en el Itchimbía. Foto: Víctor Muñoz / EL COMERCIO
Cecilia (nombre protegido) tiene 15 años y cursa el primero de Bachillerato en un plantel municipal de Quito. De sexto a séptimo de Básica soportó que algunas de sus compañeras la apodaran como personajes de tiras cómicas. ‘Helga’, por sus cejas pobladas. También ‘Dora’ (la exploradora), por su corte de cabello.
El pasado martes 14 de febrero de 2017 compartió su experiencia de acoso escolar junto a un grupo de amigas. “Todo eso me dolía más que un golpe, lo hubiera preferido. No se lo conté a mis papás ni a ningún profesor”, recordó la muchacha, que confesó: “A veces sentía ganas de matarme. Pero hay que aprender a superarlo”.
Las principales formas de acoso escolar son verbales y psicológicas, expresadas en insultos y apodos ofensivos. Siguen en la lista la difusión de rumores, envío de mensajes amenazantes, sustracción de pertenencias y en menor medida los golpes. En la Costa y en la Amazonía se producen más casos de acoso psicológico.
Eso concluye el estudio ‘Acoso escolar en el Ecuador, una mirada en profundidad’, obtenido a partir de una encuesta aplicada a 5 511 estudiantes, de entre 11 y 14 años y de 15 a 18. Los chicos pertenecían a 126 planteles públicos, privados y fiscomisionales, pequeños, medianos y grandes.
De la muestra solo se excluyó Galápagos, por motivos logísticos. La organización World Vision fue la ejecutora, explicó Fernando Sánchez, su gerente en Políticas Públicas. Contaron con el apoyo de Unicef y del Ministerio de Educación. El trabajo fue desarrollado por Opinión Pública y se espera publicarlo en abril de 2017.
¿Cuál es el perfil del acosador? Es alguien que en casa generalmente vive violencia, no tiene un acompañamiento de los padres, se siente fuerte cuando está en grupo. Y detecta un punto débil de un compañero: la apariencia física, el nivel socioeconómico o incluso un buen nivel académico.
La descripción la brinda Patricia Montenegro, psicóloga en la Unidad Educativa Santiago de Guayaquil, de Quito. Ella admite que “en todos los colegios existe acoso escolar, siempre ha ocurrido”. Por eso comenta que es importante trabajar en la prevención. También lograr que los testigos tomen una participación activa y denuncien, para no ser coautores. Se debe considerar -apuntó- que el acoso puede llevar al suicidio.
Sobre ese tema habló María Fernanda Pacheco, esposa del Alcalde de Quito, que dirige el Patronato San José. Anotó que el bullying genera altos índices de suicidios en jóvenes de 12 a 17 años. Presentó la campaña Más que un reflejo, así como la creación de un sistema de protección, un esquema de apoyo contra el acoso, la violencia, el abuso (sexual) de niños y jóvenes e invitó a involucrarse a los jóvenes, a los padres, a las instituciones educativas y a la comunidad.
A través de Más que un reflejo se busca que los chicos vean más allá de la apariencia. Y que trabajen en la autoestima, en levantar la confianza y en el respeto a las diferencias. Próximamente esperan movilizar al Camión del reflejo, con la Reina de la capital y su corte, hacia los establecimientos educativos. Con el ‘hashtag’ #MásQueUnReflejo interactuarán en redes sociales.
En el subsistema metropolitano de educación de la capital están inscritos 25 000 alumnos. Pedro Fernández de Córdoba, su director, anotó que el órgano rector de las políticas públicas es el Ministerio de Educación y que desde lo local siguen los mismos protocolos, en cuanto a derechos violentados de niños y jóvenes.
Pero hay más iniciativas para combatir la violencia en ambientes educativos. En el 2016, Sybel Martínez, de Rescate Escolar, presentó a Pacheco un proyecto de Ordenanza de Prevención, atención y reparación de la violencia escolar. Cree que después se puede replicar en el país.
Afirma que la propuesta suma, no resta, pues toma en cuenta lo que establece la Ley Orgánica de Educación Intercultural. Trabajó en el documento con otras organizaciones y padres. “Se debe enmendar el daño causado, es más que una disculpa”, adelanta.