Fernanda Baca (izq.) y Andrea Elmalouf (der.), de Fundación Azulado, explican la terapia del modelado con arena. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Los muñecos, las pelotas, los cuentos y los rompecabezas adornan un cuarto pequeño. A primera vista es una habitación infantil, pero no. En ese espacio, los juguetes sirven para entretenerse y más que nada para hablar. ¿De qué? De abusos sexuales o violaciones.
En Fundación Azulado y en el Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de las Américas (UDLA) hay varios cuartos de este tipo. Los profesionales de estas entidades usan esos lugares para dialogar con niños, niñas y adolescentes víctimas de violación.
En ellos ponen en práctica una serie de técnicas para ayudar a los menores de edad a sobreponerse. El objetivo es no revictimizarlos o volver a vivir el sufrimiento. Con los niños de hasta 12 años se realizan terapias lúdicas. Juegos, cuentos y dibujos son parte de las actividades.
Desde hace cinco años, Andrea Elmalouf, psicóloga de la Fundación Azulado, trabaja con niños y adolescentes. Su labor no es fácil, ya que buscan abordar el tema con respeto, comprensión y cariño.
Para ello, utiliza muñecos con los que se recrean historias. Hombres, mujeres, adultos mayores y niños son parte de su colección. Cada uno tiene sus características, incluso sus órganos sexuales.
La idea es que los chicos recreen los hechos que vivieron con la persona que los violentó, explica Elmalouf. Otra de las técnicas que utiliza la experta es la del modelado. En una caja de arena se colocan varios muñecos para que el infante cuente su historia. Según la experta, mientras el menor de edad habla, se relaja con la manipulación de la arena. Así logra canalizar sus sentimientos de ira, miedo, dolor, tristeza, ansiedad y otros.
Las primeras sesiones son las de contención, ya que cuando un niño rompe el silencio hay un camino: el apoyo incondicional a él y a su familia, sostuvo la psicóloga. Es lo que Wagner Villacís, catedrático de la Escuela de Psicología de la UDLA, denomina como un trabajo integral. Para ello hay que hacer una serie de entrevistas al menor afectado y a sus familiares.
Lo que se busca es que el círculo familiar supere el impacto de lo ocurrido con el niño y no se culpe por lo sucedido. Mientras que el éxito del trabajo con el niño o el adolescente es que se libere del malestar que siente tras el evento.
“Hay que dejar atrás el hecho y apostarle a una vida nueva, desde el presente al futuro. No volver a ver el pasado”, dijo Villacís, quien además es coordinador del Centro de Psicología Aplicada. En este lugar una terapia cuesta USD 5.
Así se busca crear -explicó el coordinador- un proceso de reparación en su vida, se ofrecen herramientas y se trabaja en su círculo de confianza. Las terapias de este tipo son a largo plazo, ya que mientras pasan los días los chicos exteriorizan nuevos sentimientos generados por el abuso.
Incluso hay personas que terminan la terapia y acuden luego de varios años, ya que experimentan nuevos sentimientos, explicó Paulina Ponce, directora de Fundación Azulado, ubicada en Tumbaco.
Con adolescentes, las terapias se centran en el arte. Los mandalas, cómics o pinturas son algunas técnicas. La meta es que tenga confianza para hablar del tema y superarlo.
Paola Andrade y Ricardo Vélez integran Ecuador Dice No más Abuso Sexual Infantil, son ‘sobrevivientes’. Desde hace cinco meses abrieron grupos de apoyo a víctimas en Quito y Guayaquil. Esta semana se encuentran en el National Children’s Advocacy Center, con Chris Newlin, un especialista. También han visitado el Safe Horizon en New York.
En noviembre, de modo piloto, incorporarán un baúl lúdico, para trabajar con niños víctimas de abuso y violación. Hay varias técnicas, que a manera de juego, esperan aplicar con sus psicólogos. Entre otros, la repartición de la torta de la culpa. Esto porque los niños y sus padres, en especial madres, sienten culpa, dolor, ira, frustración, vergüenza, miedo. Como parte del proceso de recuperación habrá sesiones de terapia, para que los niños expresan lo que les pasó con dibujos y con muñecos. El objetivo es acompañarlos al menos durante tres años.
La educación es otro eje importante. La Fundación Azulado, por ejemplo, trabaja con los docentes y alumnos en temas de prevención. En seis años han llegado a más de 70 instituciones educativas y se contactó a 20 000 chicos.
Escudo es el nombre del juego didáctico con el que se aborda el tema de abusos o violaciones sexuales. En total son 12 sesiones – 12 semanas -. Entre los materiales hay tarjetas y cuentos para los chicos.