La más reciente, quizá no la última pero acaso la más estrambótica reacción de Donald Trump, se refiere a su propuesta para contrarrestar lo que ya parece una epidemia sin fin: los ataques armados mortíferos en establecimientos educativos en los Estados Unidos.
A Trump se le ocurrió que una buena idea sería armar a los profesores. Macondo se queda corto ante semejante ‘solución’ que no sale de la expresión libre de un ciudadano cualquiera, quien podría darse el lujo de decir extravagancias sin incidencia. Ahora la Casa Blanca es lo más parecido al realismo mágico en plan película macabra, el Macondo versión reallity show.
Pero ya salió la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) a respaldar la buena idea del Presidente Trump. Los datos que recoge BBC Mundo dicen que la NRA tiene entre cinco y 19 millones de adeptos. En realidad millones de norteamericanos defienden con ardor la Segunda Enmienda: el derecho a poseer armas de fuego y lo consideran como un factor de libertad.
La masacre de Portland, Florida se llevó la vida de 17 personas. Hace casi 19 años en Columbine un tiroteo dejó un reguero de sangre y 12 muertes. El episodio no era el primero de este tipo ni, desafortunadamente sería el último. Las masacres continuaron sucediendo con sicopatías y motivaciones distintas de sus autores.
Quizá sea adecuado volver a ver el documental de Michael Moore, ese desenfadado crítico de la sociedad norteamericana que tantos libros y filmes ha producido.
Personas sin conciencia, con fines criminales o simplemente seres que no están en sus cabales pueden tener un rifle, una pistola, una escopeta de cacería o armas de alta capacidad de fuego.
No sé si a muchos norteamericanos les seduzca la idea de profesores armados, quizá con los tiroteos entre alumnos desquiciados y profesores justicieros la masacre puede superar libreto alguno jamás visto en Hollywood.