Al parecer los gobiernos en el Ecuador no saben o no pueden encontrar un balance cuando hacen política pública y éste gobierno en particular sólo puede pensar desde los silos de poder que cada ministro ostenta. No hay estrategia de país ni en el corto, mediano, peor en el largo plazo. Esta es la única conclusión que se puede sacar de la comedia de errores que ahora es el anuncio de que aviones militares estadounidenses usarán una de las islas en Galápagos como centro de ¿abastecimiento de combustible? ¿logística y mantenimiento? ¿descanso? ¿todo lo anterior?
Un anuncio de esta naturaleza merece tres reflexiones inexcusables. La primera y la más importante: lo ambiental. Cómo se le ocurre a un gobierno pensar siquiera en usar el perímetro del archipiélago que es patrimonio natural de la humanidad, peor una de sus islas, para operaciones militares de cualquier tipo, aunque sea meras tareas logísticas y de mantenimiento.
No hay que hacer demasiados cálculos para saber que si se trata de combustibles sólo el aumento de los tanqueros necesarios va a tener un efecto negativo en un sistema tan frágil. ¿Y el ruido de aviones de combate/vigilancia en los animales y el ecosistema? ¿Van a decir también que no pasa nada cuando es en San Cristóbal y no Baltra? El mero anuncio de este “uso militar” en Galápagos ya dio la vuelta al mundo y acaba de dañar la marca turística y de preservación que tenían las islas.Segundo: Ecuador claramente no sabe negociar internacionalmente y 20 años después repetimos la historia de ofrecer y sacrificar algo tan valioso simbólica y ambientalmente por un plato de lentejas. El anuncio de que a cambio se va a pavimentar tres kilómetros de pista es un insulto sino fuera tan trágico. Todos los países que han facilitado bases de lo que sea a EE.UU. lo han hecho a cambio de inversiones, cooperación y tratados de comercio significativos. Y ni hemos siquiera empezado a negociar o adherirnos a ningún tratado comercial con EE.UU., la Cancillería ni siquiera ha finalizado los términos o montos de la cooperación, y nada más se ha movido por ninguna parte. La política exterior es una sola y el resultado de separarla entre Defensa, Gobierno y Comercio produce estos juegos de suma cero. ¿Dónde está el Canciller en todo esto?
Finalmente, ¿no aprendió ninguna lección política la mesa chica dirigida por Ruptura? ¿Cómo se les ocurre darle tan alto caballo de batalla a Rafael Correa? La defensa de la soberanía debería ser una prioridad de todos los ecuatorianos, no prerrogativa de los autoritarios. En este punto era mucho mejor que negocien bien el retorno de la Base de Manta para vigilancia del narcotráfico antes que las Galápagos a cambio de tres kilómetros de pista. Está claro que los gobiernos ecuatorianos no pueden tener una relación saludable con EE.UU.: ni contra-hegemónicos ni peones en un juego que, claramente, no alcanzamos a entender.