Project Syndicate
La retirada de Donald Trump del Plan de Acción Integral Conjunto con Irán y la reimposición de las sanciones estadounidenses a aquel país son una amenaza a la paz mundial. La seguridad de Europa depende de defender el acuerdo con Irán contra la retirada estadounidense. Para eso es necesario que Europa (junto con Rusia, China y otros estados miembros de Naciones Unidas) garantice un normal desarrollo de las relaciones económicas con Irán, lo cual solo será posible en la medida en que confronte, y en definitiva revierta, las sanciones extraterritoriales de EE.UU., que pretenden disuadir a otros países de mantener actividades comerciales y financieras con Irán.
El propósito de la jugada de Trump es claro, y de hecho, explícito: derribar al régimen iraní. Ante esta locura, los ciudadanos europeos perciben, correctamente, que los intereses de seguridad de Europa ya no coinciden con los de Estados Unidos. La estrategia hostil de EE.UU. hacia Irán fue secundada (e incluso promovida) por dos aliados de EE.UU. en Medio Oriente: Israel y Arabia Saudita. Israel se refugia en el poder de EE. UU. para evitar cualquier tipo de concesión a los palestinos. Arabia Saudita se refugia en el poder militar de EE. UU. para contener a su rival regional, Irán. Ambos esperan una confrontación directa entre EE.UU. e Irán.
Los anteriores intentos estadounidenses de cambio de régimen en Medio Oriente trajeron terribles consecuencias para EE. UU. y Europa (por no hablar de los desastres que se abatieron sobre los países atrapados en el caos provocado por EE. UU.). Estas “guerras por elección” han sido el principal factor de la oleada de migraciones a Europa desde Medio Oriente y el norte de África. Incluso cuando el cambio de régimen tuvo “éxito” (Afganistán, Irak y Libia), las consecuencias son violencia e inestabilidad. Y cuando fracasó, como en Siria, el resultado: guerra permanente.
El humillante fracaso del presidente francés Emmanuel Macron, de la primera ministra británica Theresa May y de la canciller alemana Angela Merkel en el intento de convencer a Trump de permanecer en el PAIC era previsible. La decisión estadounidense es reflejo de dos fuerzas convergentes: una arraigada tendencia en política exterior (que han exhibido todos los gobiernos estadounidenses recientes) hacia la búsqueda de hegemonía en Medio Oriente, y la peculiar forma de psicopatía de Trump. Le encanta avergonzar a los líderes europeos; verlos retorcerse de humillación es para él un triunfo.
La UE debe estar preparada para usar el proceso de resolución de disputas de la OMC contra EE.UU. y para llevar el caso ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU. Las oportunidades comerciales en Irán que Europa no se atreva a aprovechar serán capitalizadas de inmediato por China (y con plena razón).