81 278 candidatos

Hasta hace poco estuvimos sorprendidos porque en la elección “multipropósito” del próximo 24 disputarían 80 000 candidatos.

La sorpresa es mayor: ahora, según el Consejo Nacional Electoral, el número es mayor, 81 278. Como el Estado propicia que no haya candidatos sin dinero propio, o insuficiente para la campaña, ha puesto a la orden un aporte de 36 millones de dólares, producto de nuestros impuestos.

Los pobres, centro de la preocupación de casi todo candidato, se agrupan en diversas categorías: los pobres comunes, los desheredados de la fortuna, los indigentes y alguna otra categoría peor.

Sobre estas realidades pueden hacerse varias consideraciones. La primera, es de complacencia al conocer que una gran cantidad de nuevos ecuatorianos quieren actuar en la política; y si consiguen ingresar al aparato gubernamental pueden aportar novedades gratas, puesto que lo que estamos padeciendo ahora tiene una alta cuota de pesimismo y una parte, cada vez más creciente, de corrupción. Además, si profesamos la democracia, cuanto mejor que más y más ciudadanos nuevos se decidan a cooperar en el Estado.

La otra visión, de carácter pesimista pero apoyada en lo que estamos observando como resultado de la intervención de determinados partidos políticos antiguos, es que no han respondido a las ofertas que hicieron en campaña, las que si bien eran excesivas no pudieron cumplirse en buena parte.

Bajo esta experiencia negativa, surge el temor de que de la nueva generación inscrita para la elección de ese año 2019, ¿cuántos tendrán por objetivo repetir los hechos que están siendo juzgados hoy por la justicia y arriesgarse al enriquecimiento ilícito? A varios se los ve predicando contra la corrupción y realizando ofertas mucho más amplias que las usuales, dejando atrás la mayor contenida en tres palabras: pan, techo y empleo. Solo les falta ofrecer que bajarán el cielo para los electores.

No perdamos de vista otra realidad actual que tiene que ver con la situación real de la población del país. Acabamos de enterarnos que, durante el año pasado, han comprado automóviles nuevos en una cantidad superior a 60 000 unidades. Estamos verificando que miles y miles de personas, en el feriado anterior, se desplazaron a descansar y divertirse en balnearios de la costa y en todas direcciones del territorio para asistir a ceremonias organizadas con motivo del feriado del carnaval. Todos esos desplazamientos significan gasto de dinero y no en poca cantidad.

¿Será que los verdaderos pobres del Ecuador estén ubicados en la clase media baja; aquella que vive de sueldos fijos cortos, de profesiones ahora en evidente crisis y marchando, aunque sea lentamente, al estamento de la pobreza?

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