En tiempos de crisis hay que “arroparse hasta donde alcance la sábana”. Esa expresión popular encajaría perfectamente en el fútbol ecuatoriano (léase clubes), donde ya no se puede ser derrochador porque los recursos económicos son limitados y solo sirven, apenas, para sostener a las plantillas de futbolistas y entrenadores.
Atrás quedaron esos contratos, en cierta forma exagerados, de futbolistas que llegaron a ganar hasta USD 1 millón por año.
La pandemia del covid-19 afectará en unos USD 60 o 70 millones a los clubes de la A y B, según las proyecciones de la LigaPro, lo que aumentará los pasivos que arrastran en los últimos 10 años (de USD 110 millones).
Es acertado que los dirigentes de LDU y Barcelona coincidan en un plan de disminuir los presupuestos. Ojalá que en esa línea se incorporen otros y que la propuesta de control económico de la LigaPro sea la adecuada; de lo contrario, el fútbol a escala de clubes mantendrá ese camino al descalabro.
Parecía lejano que LDU llegaría a los USD 10 millones de déficit, admitido por Esteban Paz, que se une a Barcelona, Dep. Cuenca, El Nacional, Olmedo…. Los dirigentes deben reflexionar y no hipotecar el futuro de sus instituciones