Dalila fue rescatada en 2016 de una terraza donde vivía encadenada. El viernes 31 de agosto de 2018 murió luego de una larga lucha contra el cáncer. Fotos: Archivo / Narices Frías
La historia de Dalila fue uno de los casos de maltrato animal más emblemáticos en Quito en los últimos años. Dos años y medio después de su rescate la perra falleció tras una larga batalla contra el cáncer.
El 12 de febrero del 2016 la Agencia Metropolitana de Control (AMC) realizaba el rescate de una bóxer y un mestizo de una terraza en un domicilio en el sector de La Gasca. Denuncias de los vecinos permitieron a las autoridades dar con el lugar y retirar a los animales que se encontraban en mal estado.
La bóxer, que luego fue nombrada Dalila, estaba completamente desnutrida y deshidratada. Tenía nueve años y su peso era de nueve kilogramos, cuando lo normal para las hembras de esta raza rodea los 25 kilos. Estaba encadenada y no tenía acceso a alimento ni agua. Lo único que comía eran sus propios excrementos.
Al momento de su rescate se podía observar claramente su cuerpo esquelético. Los huesos de sus costillas, su columna y su cadera se veían claramente. No tenía músculos y solo la protegía su piel. También tenía tumores y laceraciones en sus patas.
Pero además había problemas menos evidentes. Cuando fue rescatada y examinada, los médicos encontraron que tenía anemia, problemas digestivos y renales. Su pronóstico no era bueno; sin embargo, se hizo todo lo posible por salvarla.
Mientras ella se recuperaba, se llevaba a cabo un proceso administrativo sancionador contra los propietarios de las mascotas. Según la Ordenanza 048 el maltrato animal puede castigarse con una multa del 45 al 90% de una Remuneración Básica Unificada (RBU). La custodia de Dalila se entregó a América Freire, fundadora de la organización Patitas Callejeras.
Pero dos meses después sus propietarios quisieron recuperar su custodia. “El dueño indicó que los perros eran de su madre que había fallecido y que por esas circunstancias se habían descuidado unos días”, contó Andrés Tufiño, quien era inspector de fauna urbana del Municipio en ese año. Luego de un proceso la solicitud fue negada.
Durante dos años y medio Freire se hizo cargo de los dos perros que fueron rescatados esa noche. Dalila estuvo varios meses en tratamiento para subir de peso y reducir sus problemas renales. Tuvo un cambio total.
Pero algunas cosas no se pudieron solucionar. Los tumores que tenía Dalila eran malignos y poco a poco se fueron tomando el resto de su cuerpo. Sus huesos, su hocico, sus patas, y luego su hígado y su páncreas estaban en muy mal estado. Pese a que se le realizaron varios tratamientos, no se pudo frenar el avance de la enfermedad.
El viernes 31 de agosto de 2018 su rescatista América Freire tomó la decisión de ponerla a dormir. Para ella no fue una opción alargar su sufrimiento. Prefirió “dejarla ir” sin que tenga que aguantar más químicos y dolores.
Durante el tiempo que estuvo a cargo de Dalila no solo se preocupó por curarla físicamente. También le devolvió la seguridad y la confianza. Ambas desarrollaron un vínculo especial. Tras su muerte, Freire espera que su caso no sea olvidado y que sirva como un precedente para que se endurezcan las sanciones contra el maltrato animal y que la ciudadanía también tome conciencia de la responsabilidad que implica tener un animal de compañía.