La pasión por el conocimiento y la idea de ofrecer un aporte a la sociedad a través de la ciencia son las claves de una empresa exitosa según Danny Cabrera, uno de los conferencistas invitados al Campus Party 2015. La tarde de este sábado 3 de octubre, el director de BioBots compartió con los campuseros que se dieron cita en Cemexpo, en Quito, su experiencia sobre la conformación de su empresa que se dedica a la fabricación de bioimpresoras. Estos dispositivos son capaces de crear tejido vivo en tres dimensiones.
Mientras Cabrera estudiaba Ciencias de la computación y Biología en la Universidad de Pensilvania, encontró en la ingeniería de tejidos el terreno propicio para aplicar y combinar los conocimientos en ambas áreas. Fue así como se vinculó con Ricardo Solórzano, otro colega que trabajaba en un dispositivo que fuera capaz de dar forma al tejido vivo. El proyecto ganó un premio de USD 5 000 que lo invirtieron en mejorar su prototipo. Ese fue el inicio de un trabajo de emprendimiento con resultados exitosos.
La impresora utiliza biomateriales y células vivas para crear modelos 3D de tejidos y órganos. Una aplicación con mucho potencial en la investigación médica y farmacológica. Una de las principales ventajas de estos modelos biotecnológicos es que pueden ser utilizados por la industria farmacéutica para estudios y pruebas de medicamentos, sustituyendo la investigación basada en el uso de animales. Otra de las bondades del dispositivo es que también permite replicar tumores a partir de una muestra de células patógenas para realizar ensayos y tratamientos clínicos sin afectar al paciente.
Pero el director de BioBots también explicó que un proyecto con repercusiones éticas y científicas no siempre contó con el apoyo y la confianza del sector público, privado o académico. Las llamadas telefónicas y correos electrónicos se cuentan por cientos, en la historia que relataba Cabrera.
Pero la persistencia, dice el ejecutivo, es un valor indispensable en este tipo de emprendimientos. Finalmente una empresa privada les ofreció a él y su equipo financiamiento, espacio y recursos para desarrollar las bioimpresoras. El desarrollo de este campo no es nuevo.
Otras máquinas que trabajan con este tipo de biomateriales tienen costos que bordean el medio millón de dólares. El último modelo de BioBot lanzado hace tres semanas se ofrece en el mercado a un costo USD 10 000, una cualidad que lo vuelve más accesible.
De hecho, el científico y empresario dice que su siguiente paso es que su dispositivo llegue a convertirse en un recurso indispensable en toda la industria farmacéutica. Cabrera explicó que el BioBot aún no es capaz de producir tejidos u órganos para trasplantes, que es una línea de investigación aún en desarrollo.
De la charla que ofreció Cabrera destaca que más allá del enfoque empresarial lo importante es no perder de vista la visión científica y social de un proyecto. Aseguró que una de las claves del emprendimiento es “fijar una idea y seguir sin desviar el curso”.