Andrade, en el Nacional de Triatlón en Puerto López. El triatleta de 46 años, en un certamen en Victoria del Portete. Foto: Cortesía de Felipe Andrade
Felipe Andrade se inició como deportista a los seis años. Desde entonces han pasado cuatro décadas y ha practicado taekwondo, ciclismo de montaña, motocrós, parapente, rafting, atletismo, ciclismo, natación, entre otras disciplinas.
No conforme con aquello, el polifacético atleta cuencano de 46 años se planteó para el próximo año la posibilidad de competir en el ‘Norseman Xtreme Triathlon’, previsto para junio en Noruega. Se trata de uno de los certámenes más complicados del mundo.
“Ese torneo lo tengo entre ceja y ceja, se compite en temperaturas de 4 grados bajo cero, incluso durante las pruebas de natación, ciclismo y atletismo se registra un 10% de participantes que sufren infartos”.
Hace 15 días, en Salinas, compitió en un clasificatorio para el Mundial de Ironman que se realizará el próximo año en Holanda. A escala nacional terminó tercero y de esa manera alcanzó el pasaporte mundialista. Se autodefine como un atleta completo que ha “hecho deporte casi toda mi vida”.
El triatleta asegura que el Ironman requiere por lo menos cuatro horas diarias de entrenamientos. En su caso, por ejemplo, su preparación se inicia con ciclismo de 04:30 a 09:30 antes de iniciar su trabajo en el área de la construcción de viviendas. Por las noches distribuye su tiempo para el atletismo y la natación. Gracias al deporte ha visitado innumerables países del mundo.
Andrade se siente satisfecho porque para viajar a los diferentes países se financia con apoyo de sus excompañeros de colegio y universidad, quienes actualmente son empresarios o gerentes de empresas importantes de la ciudad. Él considera que lo respaldan porque valoran su esfuerzo diario en los entrenamientos.
Como taekwondosista tuvo como técnico a Francisco Cisneros; mientras entre sus compañeros aparecen Marco Chango, Eddy Guerrero, Fredy Loyola y Patricio Reinoso, todos seleccionados nacionales en su época. Andrade se retiró por motivos de estudios secundarios y superiores.
Según Cisneros, las artes marciales formaron el carácter de Andrade y le hicieron una persona disciplinada. En la actualidad, “es un deportista ejemplar para los jóvenes y merecedor de todo tipo de elogios”. En su infancia y adolescencia fue alumno del gimnasio Corea, siendo su primera competencia nacional en Galápagos.
Sus labores universitarias las compartió con deportes extremos como motocrós, parapente y rafting. Se graduó en la carrera de Ingeniería en Administración de Empresas. Después contrajo matrimonio con Cristina Álvarez y tuvieron una hija: Greta, quien ahora tiene 22 años. Desde entonces incursionó en el ciclismo de montaña.
Andrade, en el Nacional de Triatlón en Puerto López. El triatleta de 46 años, en un certamen en Victoria del Portete. Foto: Cortesía de Felipe Andrade
Comenzó con rutas largas como las vueltas al Chimborazo y al Cotopaxi. Con esa base física decidió practicar el triatlón: natación en aguas abiertas, ciclismo de ruta y atletismo. En cada una de las disciplinas que practicó tuvo el privilegio de representar a la provincia y al país.
Hasta ahora, sostiene, su éxito más importante es haber competido en uno de los certámenes más exigentes del mundo: el Ironman Lanzarote de las Islas Canarias, archipiélago español frente a la costa noroeste de África ubicado en el océano Atlántico. En 12 horas y cinco minutos nadó 3,8 kilómetros en mar, pedaleó 180 km y corrió 42, 2 km. Terminó 132°. En una prueba similar quedó 65° en Hawái, Estados Unidos.
En Ecuador, asegura, “somos pocos los que competimos en el Ironman completo, por eso me siento satisfecho y privilegiado”. Su familia se siente orgullosa. Durante cinco años compitió en el medio Ironman de Manta, siendo protagonista en cada edición. Su actual categoría es 45-49 años.
También tiene tiempo para desempeñarse como presidente de la Comisión de Ciclismo de Montaña del Azuay. Como dirigente, su meta es buscar la clasificación a los Juegos Olímpicos del 2020 con Michela Molina y William Tobay. “Es un sueño dirigencial”.