El tenista argentino Marco Trungelliti durante el partido de primera ronda de Roland Garros ante el australiano Bernard Tomic. Foto: Dino García, especial para EL COMERCIO
Más de 10 horas en auto valen, sin duda, una llamativa victoria: puede decirlo el argentino Marco Trungelliti, que tras viajar el domingo de Barcelona a París venció este lunes 28, de mayo de 2018 al australiano Bernard Tomic en la primera ronda de Roland Garros. Trungelliti, que se impuso con parciales de 6-4, 5-7, 6-4 y 6-4, había perdido en la ‘qualy’ del torneo ante el polaco Hubert Hurkacz con parciales de 6-3, 4-6 y 6-4.
No iba a jugar este año en la Porte d’Auteuil. Pero la suerte le sonrió, porque solo el egipcio Mohamed Safwat firmó el domingo la planilla de los ‘lucky losers’, los perdedores que pueden acceder al cuadro principal del torneo en caso de bajas. Y tras la decisión del australiano Nick Kyrgios, que se retiró por precaución del torneo, faltaba un rival para Tomic.
Unos mil kilómetros más tarde, Trungelliti dijo presente. En esa medida, la historia ya trascendía el partido, cualquiera fuera el resultado. Pero con la victoria, los focos apuntaron definitivamente a Trungelliti, que contó su relato en inglés y en español en la sala principal, llena de periodistas que querían escuchar al todavía hoy 190 del ‘ranking’.
“Estábamos en casa (vive en Barcelona), preparándonos para ir a la playa, por eso mi abuela había alquilado el auto”, contó el argentino, que viajó además junto a su hermano y a su madre. “Yo tenía la maleta armada, no la había desarmado desde que había llegado, metieron (sus familiares) un par de cosas y viajé”, añadió Trungelliti, que hasta el momento se ha asegurado un cheque de 80 000 euros (USD 93 000 al cambio actual): USD 24 414 por haber llegado a la última ronda de la ‘qualy’ y USD 91 840 por acceder a
segunda ronda, aunque de eso debe compartir la mitad del premio de primera ronda con el tenista que le dejó su plaza en el cuadro principal (USD 23 250).
El argentino, que fue avisado por su entrenador, responde así a preguntas curiosas, da los nombres de sus familiares (su abuela, Dafne, amante de los viajes imprevistos, es la otra gran estrella de la historia) y minimiza, además, la distancia recorrida: las modernas autopistas europeas, explica, no tienen mucho que ver con las difíciles rutas argentinas.
El tenista argentino Marco Trungelliti durante la conferencia de prensa después del partido de primera ronda de Roland Garros ante el australiano Bernard Tomic. Foto: Dino García, especial para EL COMERCIO
“Es autopista”, ilustró el nacido en Santiago del Estero, que se medirá en la próxima ronda al italiano Marco Cecchinato. “En Argentina estamos acostumbrados a que no haya eso, por lo tanto es mucho más estresante, porque tienes que confiar en tus habilidades (como conductor) y en el que viene de frente, que no sabes si está drogado o tuvo un mal día”, explicó Trungelliti, que antes, en inglés, había graficado con sus manos esas rutas, más estrechas y desafiantes. ¿Será Trungelliti, pasada la emoción del cuento con final feliz, un ‘one-hit wonder’, una historia de un día?
Ante Cecchinato, el argentino intentará demostrar que no, en un torneo que ya lo vio protagonizar una notable victoria, también en primera ronda, en 2016 ante Marin Cilic, cuando el croata era el décimo preclasificado. “Si bien no pasa todos los días jugar una segunda ronda, tampoco es un jugador que está entre los primeros diez del mundo, cosa que siempre es bastante más complicada”, dijo el argentino, el perdedor más afortunado en mucho tiempo.