Richard Carapaz recibió el trofeo del Giro de Italia, el 2 de junio, en Verona. Foto: EFE
Su triunfo en el Giro de Italia es uno de los hitos de la historia deportiva del país. El nombre de Richard Carapaz se convirtió en una muletilla, lo repetían niños, jóvenes y adultos, sin importar distinción social.
Ganó la segunda competencia más importante del ciclismo del mundo, evidenciando esos contrastes que existen en el país, donde esta actividad es impulsada, en su mayoría, por empresas privadas.
Su historia reflejó una vez más la superación de los deportistas que han pasado limitaciones económicas en sus hogares, durante su infancia, y después triunfan. Richard recogió papas en el campo, ordeñó vacas y creció en la población rural de El Carmelo, rodeado de las empinadas montañas del Carchi. Fue allí donde, con bicicletas vetustas, formó su condición atlética que lo llevó a ganar el Giro de Italia.
Fue descubierto por el entrenador Juan Carlos Rosero (+ 2015), cuando fue a buscar ciclistas al Colegio Nacional El Playón, en El Carmelo (Carchi), donde Carapaz estudiaba. A esa edad era atrevido y le pidió a Rosero que lo incluyera en la nómina, actitud que su mentor validó.
Su adolescencia transitó entre cuadernos, libros y bicicletas. Pasó por las selecciones del Carchi y llegó rápidamente a las de Ecuador. Pablo Caicedo, exciclista y ganador de la Vuelta al Ecuador, admite que vieron en Carapaz un biotipo ideal en el ciclismo. “Era de buen carácter, pero seguro y con cualidades físicas impresionantes. En El Carchi decíamos: ese puede ser el ciclista que trascienda en la historia mundial”. No se equivocaron, porque Carapaz, que compitió en los últimos dos años por el Team Movistar, llegó a la cúspide.
En su crecimiento como deportista sufrió un accidente, mientras integraba el equipo Panavial, que pudo retirarlo del deporte. Tenía entonces 20 años, cuando por imprudencia, una conductora lo atropelló y lo dejó inactivo dos meses por las lesiones. En esa ocasión, en abril del 2014, se lamentaba porque no podía ir a defender el título Panamericano que había ganado en Guadalajara, México, un año atrás.
Su padre, Antonio, cuenta que una ocasión llegó Richard y le dijo que iba a entrenarse y a competir en Colombia. Escuchar a su hijo le dejó dos sensaciones: preocupación porque se iba solo y alegría porque era el momento de irse de la casa. “Un recuerdo trascendental en la vida de la familia”.
Se apoderó de esa oportunidad. Visualizaba a Colombia como la plataforma para ir a Europa. Édgar Gutiérrez, otro de los que impulsó su carrera, lo llevó al equipo Canapro y luego al Strongman-Forseman, donde se encontró con el entrenador Luis Cely, con quien ganó la Vuelta de la Juventud, en el 2015. Aquí empezó otra etapa de su vida, porque Cely daba las mejores referencias a los que preguntaban por él. Solía decir: “Ese muchacho va a ser figura. Tiene enormes condiciones”.
“A Richard lo conocí en la Vuelta al Porvenir en Colombia y en la de Guatemala, en el 2013. Él es un escalador nato. Llegó a nuestro equipo bien formado. Nosotros le ayudamos en el cuidado de la alimentación, porque vino pesando 66 kilos cuando debía estar en 61 kg”, revela Cely.
Saltó a Europa. Fue al Lizarte, filial del Movistar. Allí lo recibieron los esposos Juanjo Oroz e Iosune Murillo, quienes lo tuvieron por mucho tiempo y le trazaron sus planes de trabajo y entrenamientos. Hoy, aún Carapaz se sostiene en Murillo, quien ha sido esencial en su crecimiento.
El triunfo en el Giro cambió su vida por completo. Pasó a ser figura pública en Ecuador, donde le solicitan fotografías y autógrafos, sus padres han participado de comerciales en TV, él ha sido imagen para concienciar a la ciudadanía sobre educación vial. “Mi vida ha cambiado para bien y para mal. Es normal, son cosas que pasan después de ganar un título tan importante. Estoy contento, nunca pensaba llegar a tanto y considero este cambio solamente positivo para mi vida”, agregó.
Después de ganar el Giro exhortó a las autoridades del país para que se crearan escuelas para encontrar otros talentos, especialmente en provincias de la Sierra Norte. Además, logró que la Secretaría del Deporte mirara con más atención a su disciplina y que, desde el exterior, se contratara a otros ciclistas en equipos del World Tour.
Su triunfo también le sirvió para que dejara el Team Movistar y se uniera, desde el 1 de enero, al Ineos, donde están el colombiano Egan Bernal y el británico Christopher Froome, tentado por un contrato de USD 1,7 millones anuales. El dueño de este equipo, el multimillonario James Arthur Ratcliffe, ve en Carapaz el complemento para dominar el ciclismo en los próximos 10 años.