Sebastián Guayasamín se ejercita en el páramo, en sector del Teleférico, para fortalecerse y competir en el Rally Dakar 2017. Foto: Patricio Teran A. /EL COMERCIO
Sebastián Guayasamín rueda por los montículos de tierra del páramo del volcán Pichincha, en el sector del Teleférico de Quito, como si hubiera sufrido una caída estrepitosa. Lo hace en medio de una densa neblina y a 0 grados de temperatura.
Este ejercicio forma parte de su preparación para estar prevenido ante un volcamiento, de su auto, y por las condiciones extremas que presentará el Rally Dakar del 2017. Esta competencia es considerada la más peligrosa del mundo en automovilismo por los accidentes y los pilotos fallecidos registrados a lo largo de sus ediciones, desde 1978.
Pero, ¿por qué un piloto de rally también se prepara físicamente en un páramo que está a 4 000 metros de altitud? El Dakar -que reunirá a los mejores corredores de autos y motos entre el 2 y 14 de enero del próximo año- se realizará por rutas con altitudes elevadas. Por eso, él se adapta para conducir y pernoctar bajo condiciones similares.
La caravana automovilística saldrá desde Asunción, Paraguay, donde habrá alta temperatura y calor. Posteriormente irá por Bolivia, país en el que seis etapas estarán entre los
3 000 y 4 600 metros de altitud. La lid terminará en Argentina, luego de 14 intensas fases. En total, serán 9 000 kilómetros de recorrido; 4 000 de estos serán cronometrados.
Guayasamín empezó a intensificar su preparación, desde hace seis meses. En este tiempo, también ha acudido al gimnasio para fortalecer la musculatura. Además, nada y hace pilates. Su entrenador, Walter Martínez, asegura que esto último le ayuda a mantener la concentración.
“Sebastián es una persona muy hiperactiva, que le gusta estar siempre en movimiento y tomando decisiones. Por eso, le puede resultar complicado mantener extrema concentración si está hasta 12 horas conduciendo su auto”, asegura el preparador físico.
El piloto admite que, en ocasiones, le cuesta concentrarse. En su casa -mientras su esposa María Alicia y sus hijas Andreina y Alegría le hablan de algo- él empieza a imaginar las rutas que le esperan en el Dakar.
Sin embargo, a él no le preocupa permanecer varias horas al mando del volante de su 4×4 Toyota HiluxV6, de 4 000 centímetros cúbicos. Hace dos años, empezó a preparar, en Chile, el auto para la competencia internacional.
Junto a sus mecánicos, rediseñó el sistema eléctrico del bólido, que tendrá un sistema computarizado para controlar la emisión del aire, la inyección de combustible e, incluso, la salida de los gases. “La computadora prácticamente será un ingeniero a bordo que adaptará el auto a las condiciones que se presenten”.
El auto también será potente en relación al de sus anteriores participaciones: pesa 1 890 kilos y cuenta con 300 caballos de fuerza.
Para alistar el Toyota y competir en la prueba, reunió 15 auspiciantes que financiarán su participación. El capitalino hace cálculos y dice que la inversión para el Dakar bordea los USD 350 000.
Él ya compitió en las ediciones del 2014 y el 2015 y solo llegó a la quinta etapa, en ambas oportunidades. Así, en esta ocasión, solo tiene en mente culminar la carrera. “Todos los pilotos nos enfrentaremos a lo desconocido. Por eso, no se puede prever los obstáculos que se presentarán en el camino. Lo importante será sobrevivir y terminar la carrera”, expresa el corredor quiteño.
Junto a él estará su copiloto, el argentino Mauro Lippe. Además, el tricolor estará respaldado por Juan Escudero, líder de los mecánicos de su aventura. También lo seguirán de cerca César Enríquez y Johnny Revelo, encargados de la logística y seguimiento durante la carrera.
Para el corredor, esta edición también será especial por la presencia de su padre Marcos Guayasamín, quien es abogado y lo asesora para que cumpla el reglamento de la competencia. “Hay nuevas normas que hay que cumplir a rajatabla. Un fallo y uno puede quedar descalificado”, asegura.
En efecto, esta vez, se implementaron nuevas normativas. Una de estas es que los pilotos no contarán con teléfonos móviles con GPS. Esto otorgará a la navegación y al trabajo de los copilotos una mayor importancia. Los competidores, en cambio, sí tendrán un teléfono satelital durante el trayecto.
A la espera de la carrera, el piloto confiesa que le cuesta dormir más de cuatro horas, durante los últimos días. “En el Dakar apenas se duerme. Debo estar preparado”. Viajará el 29 de diciembre para cumplir su gran desafío.