De los 313 estudiantes, que tiene actualmente el Instituto Superior Tecnológico de Fútbol de Quito, solo nueve son mujeres. Algunas de ellas sueñan con dirigir en las máximas categorías e incluso con comandar las selecciones nacionales.
Otras buscan adquirir las destrezas para convertirse en formadoras de niñas, en academias donde se formen las futuras jugadoras que representen al país en torneos internacionales.
Dicen que no tuvieron la fortuna de entrenarse en lugares especializados en fútbol femenino. Eso las motivó a estudiar para cimentar las bases de un futuro con mayores oportunidades para las mujeres que aman este deporte.
Lupita Cedeño tiene 20 años. Nació en El Carmen, Manabí, y se trasladó a vivir a Quito por sus estudios. “Juego fútbol desde que tengo 6 años, fui parte de la Selección nacional Sub 17 que participó en el Sudamericano en Paraguay y actualmente juego en Deportivo Quito, en la Serie A”.
Es volante, pero también se desempeña como delantera. “Mis padres siempre me inculcaron la práctica del deporte. A mi padre le encanta verme jugar. En mi tierra no había fútbol femenino y me tocaba viajar a Santo Domingo para entrenarme”.
Estudia para entrenadora de fútbol porque siempre encontró falencias en la práctica para las mujeres, “nos hacen a un lado, somos un punto aparte, un cero a la izquierda. Incluso ahora he sentido discriminación por parte de algunos compañeros en el Instituto”.
Su objetivo es trabajar en las divisiones formativas, “porque en Ecuador se saltan los procesos. Quiero volver a El Carmen para implementar el espacio que yo no tuve”.
Tatiana Palomino, de 19 años, viaja a diario de Cayambe a Quito por las clases. “Quiero fomentar el fútbol femenino. En mi tierra han crecido las opciones para las mujeres, pero no siempre fue así. Cuando empecé practicaba con hombres, había mucho machismo y me criticaban”.
Juega en la posición de arquera en Espuce, club de la Serie A. “Estudio por la mañana, trabajo en una escuela de fútbol en Tumbaco por las tardes y en las noches me entreno hasta las 21:00. Hay días que regreso a mi casa a la medianoche; es un poco sacrificado, pero me encanta”.
Hace dos años, con la selección de Cayambe, ganó el Torneo Intercantonal. “Fue emocionante porque era la primera vez que formamos una selección femenina”.
Karina Casanova, de 30 años, es publicista, título que logró hace seis años. “Siempre me encantó el fútbol, pero me tocó elegir entre los estudios y el deporte, así que solo jugaba en los torneos barriales hasta que un día me rompí el pie”.
Cursa el tercer semestre y en este tiempo dice que ha encontrado con bastante machismo. “Trabajo en la creación de una escuela de fútbol que tiene una filosofía social para que las mujeres aprendan a apoderarse de sí mismas a través del deporte. Se llama Futprint, porque queremos dejar una huella en las mujeres. Todavía estoy trabajando el proyecto”.
Odhalis Garcés, de 19 años, fue jugadora semiprofesional en LDU Amateur. “Cuando cumplí 15 años conformé la selección ecuatoriana de fútbol sala Sub 20. Fue importante porque gracias a eso pude tomar las riendas de mi vida. Sé que puedo ayudar a niños y adultos y por eso estudio”.
Cuando se gradúe quiere trabajar en el equipo blanco y llegar a la Selección como entrenadora. “Debemos cambiar la forma de pensar para que el fútbol femenino mejore. Con una mentalidad machista jamás vamos a llegar lejos”.
A Milagros Valenzuela, de 18 años, el fútbol le encanta desde que era niña. “Desde que estaba en el colegio supe que quería estudiar para convertirme en directora técnica. Crecí en una familia de varones y con mis hermanos jugábamos todo el día”.
Por lo pronto realiza prácticas en una academia con niños y jóvenes. “Cuando me gradúe quiero tener una escuela de fútbol para mujeres en la Mitad del Mundo porque allá no hay. He visto niñas que no se entrenan por miedo a ser discriminadas”.
La otras estudiantes del Instituto de Fútbol son Abigaíl Vaca, Karina Sarango, Fernanda Verduga y Fernanda Chimbo, quienes estudian en la tarde. AQUÍ sus historias.