El deportista Martín Sáenz, durante su trayecto y llegada a la meta de la competencia Ultra Pirineu, en España. Fotos: Cortesía Martín Sáenz
Martín Sáenz se “siente vivo” en los terrenos inhóspitos de las montañas, con piedras, rocas y tierra, bajo un intenso sol o con lluvia.
No ocurre lo mismo cuando permanece sin actividad deportiva. Hace tres meses, empezó a sentir un repentino agotamiento y le detectaron sobreentrenamiento crónico. Le indicaron que debía dejar de entrenarse y de participar en cualquier tipo de competencias durante seis semanas.
“Fue algo frustrante”, expresa el ecuatoriano de 38 años, quien se dedica a la ultradistancia, una modalidad en auge y que consiste en recorrer terrenos complicados durante varias horas. Las pruebas, en ocasiones, pueden llegar a los 180 kilómetros.
En su tiempo de paralización, se dedicaba a su trabajo de gerencia e iba a la piscina y solo movía sus piernas bajo el agua. “No era lo mismo. Me sentía mal”, cuenta el deportista extremo.
Su psicóloga, Liza Portalanza, le ayudó a canalizar su frustración y, tras el período inactivo, retomó sus entrenamientos y fue al Huairasinchi. Pero su gran desafío era llegar a la prueba Ultra Pirineu, en la localidad de Bagá, a dos horas de la ciudad española Barcelona.
El desafío se realizó el 24 de septiembre pasado. Sáenz viajó con Daniel Galarza y su padre, para intervenir en la competencia con la ilusión de completar los 119 km contemplados por una zona rocosa y con biodiversidad, en el Parque Natural Cadi Moixero.
Al final terminó la lid en 15 horas, 40 minutos y 13 segundos. Se ubicó en el puesto 24 de su categoría y en el 35 de la clasificación general, pero cumplió su objetivo personal de mejorar su tiempo.
Terminar el desafío constituyó una gran satisfacción para el deportista, puesto que el año pasado no logró finalizar la carrera TDS del Mont Blanc, que también era de 119 km. Horas antes de culminar la ruta, se detuvo para comer, pero se desmayó por el intenso calor. Cuenta que los organizadores no le permitieron finalizar por temor a que terminara en mal estado físico.
Esa ‘espinita’ se la quitó en Bagá, al cubrir el trayecto con un buen tiempo. En esta carrera también tuvo complicaciones. Tras ascender una cuesta “dura y larga”, aceleró su recorrido y se resbaló. Sufrió un microdesgarro, pero se aplicó un masaje y continuó.
“No me quedé a descansar para que me pasara el dolor, puesto que si lo hacía, mis músculos se habrían enfriado y habría sido peor”, relata el quiteño, quien se inició en el deporte con el ciclismo.
Sáenz, casado con Victoria Calisto -también deportista de aventura-, terminó extenuado esa competición, pero muy satisfecho.
Tras su retorno a Quito, se dedicó a entrenarse en sitios de altitud, como el Parque Metropolitano, Lloa y las Antenas del Pichincha. Ahora, se alista para intervenir en la Maxi Race, que se realizará en China, en noviembre. Este trail contempla 115 km de recorrido. Esa será una de sus últimas pruebas extremas de la temporada.
Sus competiciones del próximo año aún no están establecidas. Su agenda también la coordina con su equipo, el Movistar Team. Por ahora, está contento con haber vuelto a recorrer varios kilómetros por terrenos complicados.