Moisés Caicedo remata ante el arco defendido por el golero Moisés Ramírez, en un entrenamiento de Independiente del Valle, en Chillo Jijón. Foto: cortesía de Independiente del Valle
El dinero y los buenos jugadores se evaporan con extrema facilidad en Deportivo Cuenca. Las deudas lastiman a uno de los equipos históricos del fútbol ecuatoriano, que ahora apenas tiene tiempo de encariñarse con sus futbolistas antes de que estos abandonen la institución por mejores propuestas o por la necesidad de vender para saldar deudas.
La última gran joya del equipo es Denilson Bolaños, un lateral derecho de 20 años que hizo todas las categorías formativas en el ‘Expreso Austral’. En mayo, unas declaraciones suyas desataron una polémica en la capital azuaya.
“Los dirigentes no nos pagan desde marzo y yo tengo una propuesta para irme a jugar en Aucas”, dijo. “El club que lo quiera tendrá que pagar por él. Y no serán USD 200 000 ni USD 300 000”, replicó de inmediato el dirigente Juan Serrano.
Bolaños se mantuvo en el equipo. Hoy es el jugador juvenil con más partidos y minutos en el torneo ecuatoriano: 897 minutos en 10 juegos. El futbolista cuencano pertenece a un reducido grupo de jóvenes nacidos en el siglo XXI que buscan su espacio en el fútbol profesional.
En la Serie A solo 18 de los 400 jugadores profesionales tienen 20 o menos años. Independiente del Valle y Deportivo Cuenca, con ocho y cinco futbolistas, respectivamente, son los clubes que dan más espacio a los talentos jóvenes.
Bolaños, del Cuenca, admira a Luis Antonio Valencia. “Cuando estaba en el Manchester United siempre miraba sus movimientos, el posicionamiento dentro de la cancha. Fue un ejemplo y no cualquier jugador puede durar 10 años en el United”, declara con evidente emoción.
Luis Soler, actual secretario técnico de Aucas, fue uno de sus mentores. El año pasado, cuando el argentino dirigía a Deportivo Cuenca promovió a Bolaños al primer equipo e hizo que firmara su primer contrato como profesional.
Una de las primeras cosas que hizo con su nuevo sueldo fue mudarse a un departamento más amplio con su madre, Verónica Cervantes, quien trabaja como cajera de una pizzería en Cuenca. Este año ha sufrido las demoras en el pago de su sueldo, como el resto de sus compañeros, pero no pierde la fe de que las cosas mejorarán. Espera retomar la carrera de Trabajo Social en la Universidad Católica de Azuay, en donde aprobó el primer año.
El año de la pandemia no ha sido malo para todos. De ello da fe Moisés Caicedo, pivote de Independiente, de 19 años.
Antes del coronavirus, el santodomingueño ya había conseguido dos hitos: ser el capitán del Independiente campeón de la Libertadores Sub 20 y haber debutado en la Copa Libertadores de mayores, con gol incluido, el 11 de marzo, ante el Junior de Barranquilla, en Quito.
Las buenas nuevas no se estancaron con el confinamiento. El 23 de julio, ‘Moi’ se puso la capa, el birrete y festejó su graduación en el colegio que el cuadro del Valle tiene en su complejo deportivo. Caicedo recibió clases reforzadas de inglés: su sueño es poder jugar en el Manchester United.
Al logro académico se unió la ratificación de la confianza del técnico Miguel Ángel Ramírez. “Es ya un jugador profesional, pese a su juventud. Seguirá aprendiendo, pero tiene el aplomo para consolidarse en la élite”, dijo el DT.
Caicedo lleva nueve partidos en el presente torneo, uno menos que Kevin Sambonino, el volante central de Guayaquil City, que cuenta con 717 minutos en cancha.
Sambonino forma parte del cuadro ciudadano desde antes que se llamase así: ingresó con 8 años a River Ecuador y cuando el equipo se convirtió en Guayaquil City, él ya aparecía como una de sus grandes promesas. Primero como mediapunta y después como un organizador de juego más retrasado. El año pasado debutó ante Delfín, en un partido en el que su equipo actuó como local en el estadio Monumental.
El locuaz Sambonino, amante del encebollado, contó que le temblaban las piernas en aquel juego. Aún tiene nervios, pero ya se siente más cómodo jugando en la élite.