Javier Serrano (junto a la puerta del piloto), en compañía de su esposa, hijas, yerno y de sus colaboradores. Fotos: Cortesía de Gabriela Serrano
Javier Serrano lloró después de terminar tercero en la clasificación general de la Vuelta Automovilística al Ecuador. Considera que el sacrificio de toda su familia, incluido su yerno Juan Sánchez, tuvo su recompensa. Durante ocho días vivieron momentos de tensión, jornadas agotadoras y emociones indescriptibles.
Serrano (piloto) y Sánchez (copiloto) en ningún instante se sintieron solos. En cada uno de los primes de las cinco exigentes etapas alguien estuvo para socorrerlos, darles ánimos y consejos. Fernanda Figueroa, esposa de Serrano, se encargó de la alimentación y alojamiento de los 12 miembros del equipo de abasto.
Isabel Serrano, esposa del copiloto, se dedicó a controlar los tiempos y no descuidaba los registros de Rubén Cuenca y Martín Navas, quienes iban en los dos primeros puestos. El piloto de 47 años recordó que “ella corrió dos vueltas al Ecuador y por eso nos aconsejaba”.
Isabel, quien hace 15 meses se casó con Juan Sánchez, participó en los giros automovilísticos del 2010 y 2011, teniendo a su padre como copiloto. En ambas ocasiones llegó a la meta. Ella asegura que “fue una linda experiencia en mi vida, me dejó muchas enseñanzas. Ahora apoyo a mi padre y a mi esposo”.
La otra hija del piloto, María Gabriela, se encargó de la fotografía y de los videos, que luego los subía a las redes sociales. La joven de 21 años cursa el último año de la carrera de Comunicación Social en la Universidad del Azuay. A su criterio, “han sido ocho días de mucho nervio y de emociones únicas para toda la familia”.
El piloto de 47 años tuvo como copiloto a Juan Sánchez, su yerno.
Manuel Zamora, tío de la esposa de Serrano, ayudó con una de las camionetas de abasto. A los familiares se suman amigos como Juan Guerrero, ganador de la Vuelta Automovilística del 2014 y 2017, quien lo asesoró en las tres primeras etapas. También están César Galarza (mecánico) y Marcelo Piedra (colaborador). Este último tomó la posta de Guerrero.
A inicios de este año, Serrano le compró un vehículo a Guerrero y desde entonces se empezó a trabajar con miras al giro. Lo primero que hizo es convencer a su yerno para que lo acompañara como copiloto. Luego de la aceptación probaron el vehículo en cinco carreras provinciales.
Sánchez destaca la confianza que existe con su suegro y, además, la pasión que comparten por el automovilismo. De esa manera, “los momentos tensos en el carro se hacen más relajados”. Sobre las cinco etapas califica como difíciles y agotadoras.
Los momentos de estrés, según el copiloto, fueron antes de largar las etapas. Ya en el vehículo, existe concentración y cada uno cumple con su función. La clave fue preservar el vehículo y acelerar en los momentos precisos. “Hubo mucho sacrificio”.
Serrano volvió a una Vuelta Automovilística después de siete años, cuya última participación fue como copiloto de su hija. Con un vehículo turboalimentado, de la máxima categoría, regresó luego de 14 años. En esa ocasión corrió en un Mitsubishi Lancer Evolution 7.
El piloto azuayo perdió la cuenta del número de giros automovilísticos, pero estima que son más de 10, ocupando posiciones estelares.