José María Ponce cambió su estilo de vida y se convirtió en el ecuatoriano más rápido en un Ironman

José María Ponce ganó el Ironman de Arizona el 24 de noviembre del 2019 y se clasificó al Mundial de Kona del 2020. Foto: cortesía

José María Ponce ganó el Ironman de Arizona el 24 de noviembre del 2019 y se clasificó al Mundial de Kona del 2020. Foto: cortesía

José María Ponce con los trofeos al primer lugar del Ironman de Arizona (226 km) y el de Manta (113 km). Foto: Carlos Rojas / EL COMERCIO

José María Ponce ganó su categoría en el Ironman de Arizona, en Estados Unidos, con un registro de 9 horas, cinco minutos y cuatro segundos (9:05:04). Así se clasificó al Mundial de Kona, en Hawái, y como si eso fuera poco se convirtió en el ecuatoriano que más rápido ha completado el desafío de 226 km que incluye 3,8 km de natación, 180 de ciclismo y una maratón (42,195 Km).

Con 39 años cumplidos en octubre, este empresario asegura que la disciplina y el cuidado de los detalles fueron dos de las principales claves para lograr el triunfo, toda vez que el competidor que cruzó la meta en el segundo lugar lo hizo con solo 13 segundos de diferencia.

“Completar un Ironman en 9 horas y cinco minutos nos demuestra que no solo los gringos o los europeos pueden alcanzar esos resultados; también nosotros. Este registro nos demuestra que todos los seres humanos tenemos la capacidad de mejorar con dedicación y disciplina”, asegura Nelson Vásquez, el primer ecuatoriano que finalizó ese reto, en 1999.

Ponce se inmiscuyó en el triatlón para la primera edición del Ironman 70.3 de Manta (113 km) en el 2015. Desde entonces fue mejorando de posición en cada evento hasta que en la prueba más reciente, en julio del 2019, fue el mejor ubicado de los ecuatorianos, solo superado por atletas profesionales y de otros países. 

El 24 de noviembre en Arizona, Estados Unidos, este padre de familia ganó en la categoría de 35 a 39 años, una de las más competitivas. “Tenía expectativas que podía hacer un buen papel, pero nunca me soñé que podía llegar a ganar y peor en mi primera carrera de esta distancia. Fue una sorpresa muy grata, un sueño hecho realidad y lo logré en mi categoría que es una de las más competitivas porque hay más personas y es la edad en que los élites alcanzan el pico de rendimiento. Inclusive, el campeón mundial de Ironman tiene 38 años”.

La marca de 9:05:04 no sorprende a Giovanni Mármol, su entrenador desde hace tres años. “Siempre cumple lo planificado, con disciplina y alegría en cada entrenamiento. La disciplina es la base de este deporte”, asegura Mármol, quien también es uno de los mejores triatletas del país en las largas distancias.

El objetivo de realizar el reto de 226 km empezó hace poco más de un año, aunque en agosto del 2019 casi se trunca porque  fue arrollado por un auto mientras se entrenaba sobre su bicicleta en la Ruta Viva, en Quito. Por fortuna, y pese a una fractura en el coxis, el trialteta pudo mantener sus prácticas. Un dato algo curioso es que la mayoría de sus entrenamientos los realiza en casa, en un espacio que ha ido adecuando con un simulador para el ciclismo, una caminadora, pesas y otros implementos. “A raíz del accidente, incluso salgo menos a entrenar afuera”, asegura.

El Ironman es un sueño alcanzado. ¿Qué se viene ahora?
Con el primer lugar vino la clasificación al Mundial de Kona, en Hawái, que creo es un poco el sueño de todos los triatletas. Sin quererlo vino también algo que se ha hecho algo de eco en las redes sociales sobre mi marca de 9 horas y cinco minutos que es la más rápida de un ecuatoriano en un Ironman completo. El anterior récord estuvo unos 10 años, que fue de Patricio Vergara (9:16:06) y que fue roto por coincidencia hace dos meses por Fabricio Ávila (9:14:27). Tenía ese tiempo de 9:16 horas como referencia.

¿Apuntaba a mejorar esa marca?
Soy honesto, uno sueña con acercarse a esos números y si las cosas se alinean por ahí tener la suerte, pero el 9:05 y la carrera que tuve es algo que no me imaginé que podía pasar. Mi meta era, originalmente, menos de 10 horas. Pero un día tuve una conversación con un amigo, con Pablo Vallejo que también es entrenador, y me dijo que podía acercarme al récord. Ese día las motivaciones cambiaron un poco y empecé a pensar en un 9:24 para intentar clasificar al Mundial.

Ponce ganó el Ironman de Arizona y se clasificó al Mundial de Kona del 2020. Foto: cortesía

¿Qué tan difícil es hacer un Ironman?
Tengo mi familia, mis amigos que creen que estoy loco. Y esa es un poco la sensación que se genera sobre la gente que nos dedicamos a estos deportes extremos, entre comillas. Siempre digo que el cuerpo es capaz de hacer muchísimas cosas y el tema está en entrenarlo. Hace seis años me acostaba a la una de la mañana viendo televisión, perdiendo el tiempo. El único cambio verdadero que hice es que ahora me acuesto a las 10 de la noche y en vez de despertarme a las siete me levanto a las cinco. En lugar de ver televisión hago ejercicio. La verdad es solo un tema de disciplina y pasión, no es nada del otro mundo. Cuando se hacen cosas con pasión es más fácil. También es importante tener metas inmediatas.

¿Cuáles son ahora las metas?
Hay que ir cumpliendo metas para mantenernos motivados. Me había planteado cuatro años de plazo para clasificar al Mundial, pero lo logré en mi primer intento. En el 2020 probablemente corra unos dos 70.3 e intentaré llegar a Hawái, en octubre, lo mejor posible. Hay ya cinco ecuatorianos clasificados.

¿Qué lo mantiene motivado para encontrar esa pasión por el deporte?
Cambié mi estilo de vida. Ahora peso 60 libras menos, me siento mejor. Parte de esto ha sido el tema nutricional que acompaña al deporte y hay un tema clave en esto: tengo mis hijos pequeños que me ven hacer ejercicio y para mí es importante que sigan un ejemplo de disciplina. Eso me motiva para trabajar todos los días en la búsqueda de mi sueño. Esto se convirtió en mi sueño.

¿Hace cuánto es su sueño?
La primera vez que corrí en Manta fue como un reto pequeño, pero luego me involucré en este deporte y hay gente como yo que nos volvemos medio adictos al tema. Veo las carreras, los videos de Hawái... he ido mejorando y esto de cumplir sueños se ha vuelto algo importante en mi vida. Estoy en el camino.

¿Cuáles son esos sueños cumplidos?
Primero terminar un medio Ironman. Después, clasificar a un mundial de medio Ironman, ganar una categoría, luego el completo y de ahí llegar a Kona. Claro, el tema del récord vino por añadidura y sé que pronto alguien lo romperá. Ahora el reto es llegar a Hawái y hacer un gran papel. Allá será diferente, van los mejores del mundo. Después de eso seguramente aparecerá otro desafío. 

 ¿Es obsesivo con el entrenamiento?
(Se ríe). Mi suegro me dice que soy obsesivo, pero no es eso. Es un tema de disciplina. Uno no puede pretender lograr estos retos alimentándose como quiera, sin madrugar, sin cuidar su equipamiento. Es disciplina. Cuando me metí en esto encontré una pasión que nunca había sentido, a parte de la pasión por mi esposa y mis hijos. Nunca algo me despertó tanta emoción. Mido la nutrición en las carreras al mililitro, al gramo de carbohidrato…

Eso ha funcionado bien para usted
Esa es la diferencia. En Manta me quedé fuera de un mundial por 12 segundos. Ahí aprendí que se llega a un nivel en el que pocos segundos, en una carrera de 4 horas y media, hacen la diferencia y eso está en los detalles. Está en las cosas insignificantes. Quien llega segundo en Arizona se queda atrás mío por 13 segundos. Le doy un ejemplo, si me levanto de mi posición aerodinámica en la bicicleta, solo por unos 10 segundos, podía perder la carrera. Se llega a un punto que los triunfos se consigue gracias a los detalles.

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