Efrén Mera corre junto a Luis Segovia, William Pacho, Lorenzo Faravelli, el preparador físico Francisco Trujillo, Pablo Alvarado y Daniel Nieto, durante el entrenamiento del 17 de febrero del 2020. Fotro: Galo Paguay/ EL COMERCIO
Hay dos sonidos que se repiten hasta la saciedad al recorrer el complejo de Independiente en Chillo Jijón: el de los pupos al tomar contacto con los adoquines de las calles interiores del recinto, como si a su paso los jugadores fueran moliendo la tierra batida. El otro sonido es el ‘tac-tac’ de los balones al ser impactados por los futbolistas en las cuatro canchas reglamentarias con las que cuenta la institución.
Como en ningún otro club ecuatoriano, en Independiente los jugadores del primer equipo conviven con sus pares más tiernos. Alan Franco, mediocampista guayaquileño de 21 años, conversa con dos chiquilines de la Sub 14 antes de subirse a su auto. “Pero, ¿tu papá ya está bien? Tranquilo, que todo se soluciona, ya seguimos hablando”, le dice el volante de primera línea a uno de ellos, mientras le acaricia con ternura la cabeza.
Más allá, Miguel Ángel Ramírez, el entrenador del equipo de Primera, comparte confesiones con dos jugadores de la Sub 16. El DT español dice que una de las cosas que más le gusta del fútbol es el efecto redentor que tiene contra la pobreza y las necesidades. Ramírez cree que cada jugador que se forma en el club se capacita para ser un agente de cambio, en su comunidad y su familia.
Independiente afronta el 19 de febrero del 2020 (20:30 en el estadio Atahualpa) su tercera final continental. Disputó en el 2016 la final de la Copa Libertadores, el año pasado la de la Sudamericana y ahora, como campeón de este último torneo, juega la Recopa ante Flamengo.
El 9 de noviembre pasado, el club de Sangolquí logró su primer título regional: levantó la Copa Sudamericana en la final única ante el Colón. Pese al hito, en el complejo argumentan que los objetivos institucionales no se han alterado.
“Seguimos siendo un equipo formador de juveniles. Queremos ayudar a que crezcan buenos futbolistas pero, sobre todo, buenas personas. Siempre hemos sido competitivos y exigentes. Seguiremos buscando más copas, pero sin perder nuestra esencia”, reflexiona Santiago Morales, gerente del equipo.
Independiente tiene este año un presupuesto de USD 7 millones. El 30% de ese monto (USD 2,1 millones) se destina a las divisiones juveniles.
El equipo tiene en su complejo deportivo a 120 jugadores jóvenes que reciben diariamente educación formal (la institución cuenta con un centro educativo: escuela y colegio), además de alimentación y hospedaje, sumado a su formación como futbolistas.
Morales relata que en todas las categorías los jugadores reciben ayudas económicas: “Los jugadores de la Sub 12 reciben USD 50 mensuales y muchos de ellos envían ese dinero a sus familias, a sus padres”.
Independiente no es un club comprador de talentos. Para esta campaña solo se reforzó con siete futbolistas en Primera. “Queremos seguir siendo un equipo formador y eso se evidencia en la toma de decisiones: nos reforzamos únicamente en las zonas en las que aún no tenemos jugadores jóvenes preparados para ya dar el salto”, razona de su parte el técnico Ramírez.
Uno de los jugadores juveniles con rango de profesional en esta temporada es Moisés Caicedo, de 18 años. Es volante de contención y el pasado viernes jugó en el debut del torneo ante Mushuc Runa, reemplazando a uno de sus ídolos: el argentino Cristian Pellerano.“Pelle’ es de los que más me aconseja. Me dice cómo ubicarme para recuperar el balón”, dice con orgullo el joven, que lleva seis años en la institución.
Pellerano se ha convertido en luz y guía para los nuevos talentos. ¿Cómo ganar la final?
El volante dice que hay que mover mucho el balón, ser profundos y agresivos para lastimar al Flamengo”.
En el complejo deportivo hay comunión entre jóvenes y experimentados. Todos quieren que Independiente levante la Recopa, el miércoles 26 en el estadio Maracaná.