El combinado ecuatoriano de fútbol femenino se concentró en la Casa de la Selección, en el sector de Monteolivo, antes de viajar a Canadá. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
Kerly Real, una de las integrantes de la Selección femenina que desde hoy compite en el Mundial de Canadá, mantiene latente el recuerdo del 8 de noviembre del 2014, cuando jugó por primera vez apoyada por 20 000 desconocidos en el estadio Olímpico Atahualpa.
La volante tiene 16 años y se siente una jugadora con proyección, no al nivel de Marta, la emblemática futbolista brasileña. Pero, haber jugado en el escenario en el cual el país ya había conseguido tres clasificaciones a mundiales masculinos, ante tantos aficionados que llegaron para alentar al combinado femenino, “es algo que no tiene precio”.
Real nació como futbolista en la Liga Barrial San Juan, en el Centro Histórico de Quito. Es seleccionada del colegio Fernández Madrid y se proyectó a la Tri desde las juveniles del Deportivo Quito.
Cerca de 4 000 mujeres juegan fútbol en Ecuador, según información recabada por organismos como las federaciones deportivas estudiantiles, Fedenaligas, Ministerio del Deporte y la FIFA. Lo hacen a nivel colegial, barrial, aficionado y profesional.
La participación femenina se incrementó desde el 2013, cuando empezó el Campeonato Nacional, organizado con aval de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) y el Ministerio del Deporte. El torneo se inició con 16 equipos en una sola categoría. En el 2015 participan 30 clubes en tres categorías: 12 en la Serie A, 12 en la Serie B y seis equipos en Segunda.
El fútbol femenino no es rentable, sostiene Amílcar Mantilla, presidente de la Comisión Nacional de Fútbol Aficionado de la FEF. Las empresas privadas no aportan con patrocinios por lo que los clubes apelan a la ayuda estatal y a la FEF, agrega.
El Ministerio del Deporte entregó USD 100 000 para la organización del primer torneo en el 2013. El año pasado su aporte subió a USD 400 000, y este año se redujo a USD 315 000.
Los presupuestos de los clubes son bajos. Oscilan desde los USD 10 000 hasta los USD 30 000. Esta última es la inversión de Rocafuerte, de Guayaquil, por el cual pasaron ocho jugadoras de la Tri. En esos rubros se incluyen salarios (entre USD 200 y USD 1 000), viajes en autobús, hospedaje en hoteles 3 estrellas, alimentación…
El principal premio que recibe el campeón femenino es clasificar a la Copa Libertadores. Además, las jugadoras son observadas para la Selección, como ocurrió con Real, quien ya disputó el torneo regional con la blusa del Deportivo Quito y tiene experiencia en canchas fuera del territorio nacional.
Las futbolistas ya no compiten solo por esparcimiento, lo hacen porque quieren llegar a torneos internacionales y les seduce jugar en el extranjero, como el caso de María Isabel Vásconez, quien fichó por el Sant Andreu español. “Poco a poco se está profesionalizando el fútbol femenino en Ecuador”, resalta Amílcar Mantilla, quien desde hace tres años organiza el Campeonato Nacional Femenino en el país.
Ese crecimiento se refleja en los 200 cotejos de la temporada profesional (hace dos años eran 32), sin contar con las ligas barriales, en donde es común verlas los fines de semana en canchas de tierra y de césped.
Francisco Peñaloza, encargado técnico de la Federación Nacional de Ligas Barriales y Parroquiales (Fedenaligas), contó que hace dos años implementaron un sistema para registrar a las futbolistas. 1 010 inscritas, de 21 provincias, hubo el año pasado. Él dice que en años pasados había menos cantidad de mujeres en el fútbol.
Un ejemplo lo da Sonia Castro, administradora de la empresa de confecciones deportivas Érika Sport, en el centro de Quito. Ella detalló que hasta la fecha, ha elaborado 2 000 uniformes de fútbol femenino. El año pasado fabricó 8 000. “Sí piden bastante para mujeres, para torneos barriales e institucionales”, refirió.
Real también jugó en ligas barriales en sus inicios, antes de unirse al Quito FC del fútbol profesional y mientras fue seleccionada de su colegio. Estuvo en clubes de las ligas de San Juan y del cantón Rumiñahui.
Esa creciente influencia femenina se refleja en las compañías de indumentaria deportiva. Marathon Sports, por ejemplo, lanzó al mercado camisetas de la Tri, diseñadas específicamente para mujeres. Antes, esta empresa solo vendía prendas para hombres que eran adquiridas por mujeres.
Bruno Zabala, de mercadeo de esta empresa, recordó que la primera experiencia fue para el Mundial de Brasil. Allí se lanzó una edición limitada con este modelo, más ajustado en la cintura. Él no da cifras.
“Salió a la venta en un número inferior al de hombres, pero el femenino sí es un mercado importante que queremos captar. Ahora aprovechamos la trascendencia de tener a una Selección en un Mundial femenino”, detalló Zabala. Las camisetas se venden en USD 49,90.
Kerly Real pasó por este proceso, del fútbol barrial al profesional. Desde este lunes debutará en un Mundial, donde, por su edad, puede competir por el premio de la FIFA a la revelación del torneo.