La voleibolista azuaya, durante la premiación como campeona de los Juegos Nacionales Prejuveniles del 2012. Foto: Cortesía de Estefanía Merchán
Estefanía Merchán practica ecuavóley desde los 8 años. Uno de los motivos para su incursión prematura es la disponibilidad de dos canchas en los predios de su abuelo: Miguel Portilla. Allí jugaba con su hermano mayor, Byron, con parientes y amigas.
Su agilidad y la forma de desplazarse en la cancha le permitieron sobresalir. A los 11 años, con 1,35 metros de estatura, ya salía a demostrar sus condiciones en sectores alejados de Cuenca. En ocasiones recibía un incentivo económico y en otros casos le daban para la alimentación y el transporte.
Ella aprendió las técnicas del ecuavóley viendo jugar a grupos de aficionados que llegaban a las canchas Don Portilla, de propiedad de su abuelo. En ocasiones, su padre y su tío, Armando Merchán y Patricio Portilla, completaban el trío con Estefanía. “Ellos jugaban bien y me ponían a mí para equilibrar fuerzas con el equipo adversario”.
Ahora se alista para representar al Azuay en el primer Nacional Femenino de Ecuavóley, programado entre el 22 de febrero y 21 de marzo en Cuenca. El conjunto se completa con Daysi Pastaz y Johana Ochoa. Las tres compiten juntas desde hace dos años.
Antes de conformar el conjunto azuayo eran rivales en diferentes torneos locales. Se juntaron para un campeonato nacional y fueron campeonas al derrotar a un representativo ambateño. Desde entonces, Estefanía juega como servidora; mientras Ochoa y Pastaz cumplen las funciones de voladora y colocadora.
Merchán está ilusionada con la proximidad del Nacional de Ecuavóley y porque competirán nueve provincias: Pichincha, Guayas, Chimborazo, Loja, El Oro, Tungurahua, Morona Santiago, Zamora Chinchipe y Azuay. Los cuatro mejores representativos serán premiados con USD 2 200, 1 200, 700 y 300, en ese orden.
La ‘ecuavolista’ de 21 años, y 1,55 m de estatura, destaca que Pichincha, El Oro y Chimborazo son los más fuertes. Por motivos de estudio y de trabajo, las jugadoras se preparan los fines de semana con partidos amistosos en diferentes sectores de la ciudad e incluso ante tríos masculinos para tener mayor exigencia.
Merchán tiene una agenda ajustada de lunes a viernes. Por la mañana estudia en la Universidad Católica de Cuenca, en donde es alumna de séptimo ciclo de Odontología. En la tarde lava vehículos, en un negocio que se puso con su amiga y futbolista, Silvana Valverde.
La lavandería la abrieron hace un año y está satisfecha porque tienen clientela. “Cuando uno trabaja honestamente todo le va bien; además cobramos USD 2, 50 por carro, que es asequible”. Sus compañeras universitarias saben de su esfuerzo y por eso los deberes en grupo lo hacen por la noche.
Estefanía Merchán, en una de sus prácticas como alumna de Odontología de la Universidad Católica de Cuenca.. Foto: Cortesía de Estefanía Merchán
Su trayectoria deportiva no abarca únicamente el ecuavóley. Estefanía también practicó voleibol desde los 12 hasta los 18 años. Incluso con la selección azuaya obtuvo un histórico título en los Juegos Nacionales Prejuveniles, tras superar en la final a Pichincha. Ese éxito, alcanzado en el 2012 (cuando tenía 13 años), es su mejor recuerdo.
La futura odontóloga destaca que su madre, Hilda Portilla, le inculcó el voleibol. Fue quien la llevó a su primer entrenamiento, en donde por poco no la reciben por su baja estatura. “Me dijeron que aceptan solo chicas de 1,70 m, pero mi mami insistió para que me probaran y me quedé”.
Como voleibolista, su único entrenador fue el argentino Leonardo Pieroni, a quien lo define como un apasionado del voleibol. Su meta, después de terminar su carrera universitaria, es difundir el ecuavóley en el exterior.
Se muestra orgullosa de impulsar una disciplina que es tradicional en algunas ciudades del Ecuador. “Cada fin de semana, el ecuavóley atrae a cientos de cuencanos y esa pasión quiero que se conozca en otras naciones”.
Acoplarse al voleibol, tras jugar ecuavóley, no le resultó difícil. Según ella, en ambas disciplinas predominan destreza e inteligencia”. En la primera se remata y en la segunda se coloca. Su baja estatura nunca ha sido un obstáculo.