Giada De Silvestris exhibe las medallas obtenidas en Italia y como seleccionada del Azuay. Fotos: cortesía de Gino De Silvestris
Giada es hija del italiano Gino De Silvestris y de la ecuatoriana Sandra Andrade. Nació en Roma hace 13 años y su objetivo ahora es representar al país de su madre como seleccionada de natación.
Ella vive con sus progenitores en la capital italiana. Sin embargo, hace dos semanas compitió por Azuay en los Juegos Nacionales de Menores que se realizó en Ibarra. Allí, en natación, alcanzó dos medallas de oro y dos de bronce.
Cursa el último año de primaria en el Instituto Comprensivo San Vittorino-Corcolle y se entrena en el club Soepa Peter Pan. Sabe armonizar el charango e integra el grupo folclórico ecuatoriano Proyección Matices. En invierno practica el esquí.
Su padre adquirió una vivienda en Cuenca y desde el año pasado, la familia llega a esa ciudad para vacacionar y visitar diferentes lugares turísticos de Ecuador. Giada, para no perder ritmo, solía entrenarse en la piscina semiolímpica del Centro de Entrenamiento de Alto Rendimiento con planes del técnico italiano Lorenzo Balvetti.
Aprovechando la estadía en la capital azuaya, De Silvestris acudió con su hija a la clínica Santa Ana para hacerle unos chequeos médicos y allí conversó con Vicente Brito, exgaleno de la selección nacional de fútbol y del Deportivo Cuenca. El profesional cuencano escuchó las marcas de la nadadora y sugirió que hablara con personeros de la Federación Deportiva del Azuay.
Así lo hizo el padre y después de cumplir con los papeleos y procedimientos de rigor, Giada quedó habilitada para representar al Azuay. En agosto pasado llegó a Cuenca procedente de Roma y se entrenó con las demás seleccionadas azuayas en la piscina olímpica. Se acopló a la altitud, a sus compañeros y al entrenador azuayo Rafael Maldonado.
Durante tres semanas fue dirigida por Maldonado, quien se quedó con una buena impresión. “Es una niña rápida en la piscina, con una talla espectacular. Le gusta el trabajo de velocidad, aunque le falta mejorar en las pruebas de fondo”.
A su criterio, Giada se convirtió en un gran aporte para la delegación azuaya de natación en las modalidades individual y relevos. Él destaca la actitud de sus padres, quienes asumieron los gastos para arreglar la documentación requerida.
Incursionó en la natación a los tres años y desde entonces ha sumado medallas y trofeos en los torneos interclubes e interregionales. Según su padre, “ha estado a una décima de clasificar a los Juegos Nacionales de Italia, cuyas marcas base son demasiado exigentes”.
En Roma ha competido en las pruebas de 50, 100, 200, 400 y 800 metros libre; además en 50, 100 y 200 m combinados. En Ibarra alcanzó medallas de oro en 50 y 100 m libre; mientras las dos de bronce las consiguió en los relevos 4×50 m libre y 4×50 m combinado.
Giada, quien habla el español con fluidez, no ocultó su emoción por los éxitos alcanzados en su estreno como seleccionada azuaya. “Estoy feliz porque ha sido una gran experiencia y espero seguir aportando con más medallas al Azuay”.
Con esa actuación, la nadadora ítalo-ecuatoriana se ilusionó con la idea de estrenarse como seleccionada de Ecuador en los Juegos Sudamericanos Escolares. Los mismos están programados para la primera semana de diciembre próximo en Arequipa, Perú.
Su padre explicó que “Giada estaba clasificada para los Juegos Sudamericanos Escolares, pero por Ley y reglamento no puede participar porque no estudia en Ecuador”. Pero está convencido que su hija se sentirá orgullosa de representar al país de su madre, quien es oriunda del cantón La Troncal, perteneciente a Cañar.
De Silvestris define a su hija como una niña alegre, extrovertida, buena estudiante y destacada deportista. Se emociona al contar que toca el charango e integra el grupo Proyección Matices. “Ella estuvo en la Expo de Milán del 2015, en pabellón de Ecuador. Asistieron grandes personalidades”.
Otra de sus aficiones es el esquí, que practica desde los cinco años. “Todo el invierno nos pasamos semanas esquiando en los Alpes”. Se siente feliz de tener una hija responsable, quien pese a sus múltiples ocupaciones se destaca en los estudios. Ella almuerza en el vehículo, mientras se traslada de la escuela al club.