El carrilero izquierdo se destacó el año pasado en Macará, con el técnico Paúl Vélez. Foto: David Paredes / EL COMERCIO
Carlos Arboleda quería su revancha en la capital. Hace seis años que no jugaba en Quito (antes militó en Liga) y Aucas le dio la oportunidad. Cuando la dirigencia oriental lo llamó para contarle el proyecto, no lo dudó. Se contactó con su empresario y de inmediato buscaron cerrar el acuerdo.
Si bien en Macará era titular y una de las figuras en el mediocampo, él y su familia querían cambiar de ambiente. Ambato fue la ciudad que los acogió por tres temporadas (2017, 2018 y 2019).
“Llegué a Aucas con la mentalidad de hacer un gran año. Quiero hacerme un lugar en la historia del club y brindarle a la hinchada esa alegría que ellos han estado esperando por tanto tiempo”, dice el jugador guayaquileño. En los tres años que defendió a Macará jugó 110 partidos. Solo en 23 ocasiones estuvo en la banca; tuvo dos expulsiones en un año.
Esos registros fueron los que llamaron la atención de la dirigencia y del DT Máximo Villafañe, con quien desde el primer día, cuando firmó el contrato, tuvo contacto. Ese encuentro fue clave para que el carrilero izquierdo le expusiera cuáles eran sus objetivos dentro del nuevo proyecto.
“Venir de Ambato a un club como Aucas es motivante. Esta experiencia me ayuda a seguir creciendo profesionalmente. Uno de los retos es jugar una final. Eso es lo que me propuse en lo personal”, aclaró el guayaquileño de 28 años.
Para ‘Arbolito’, como conocen al futbolista porteño, Macará fue una escuela. Consiguió dos clasificaciones a Copa Libertadores y una a la Sudamericana. Además logró que el equipo sea protagonista ante rivales complejos como Barcelona y Liga de Quito.
“Con Macará tuvo la suerte de siempre estar peleando en el pelotón de arriba en la tabla. La cuenta pendiente es no haber disputado una final. Pero ahí aprendí a mantener al equipo en la cima y eso fue clave para las últimas campañas”, aclaró el mediocampista.
Volver a la capital también será una revancha. Su único club en la ciudad fue Liga, donde tuvo poco espacio luego de 25 partidos en dos temporadas (2013 y 2014). Al cuadro albo llegó como figura emergente, después de una importante temporada en la Serie B , con Deportivo Quevedo.
Tras jugar dos años irregulares bajo la dirección de Edgardo Bauza y Luis Zubeldía, tuvo que volver a la Serie B. En ese torneo fue visto por la dirigencia del Macará, que apostó por él para su proyecto de crecimiento institucional.
“Volver a la capital es un reto en mi carrera, una revancha, porque en Liga no pude demostrar mi fútbol”, afirmó.
Llegó al cuadro oriental como jugador libre y le dio a la dirigencia una opción de compra por tres años. El primer reto que tendrá que superar es el duelo ante Vélez Sarfield, en la primera fase de la Copa Sudamericana.
“Es una primera fase complicada. Dependerá de lo que hagamos en Argentina. Tenemos que rematar la llave acá en nuestra casa. Esa es una ventaja, porque tenemos de nuestro lado la altitud de Quito”, aclaró el volante.
Lo primero que hizo al llegar a la capital fue buscar vivienda. Arrendó una casa en Sangolquí para estar cómodo con su familia,. Con el cuadro oro y grana peleará su puesto como titular. Desde el primer entrenamiento quiso mostrarse. El cuerpo técnico tiene buena impresión de su trabajo.