Los días ordinarios de Mónica Crespo son tan agotadores como sus kilométricas competencias por la montaña.
Sus tres hijos, las clases en el gimnasio, en la universidad y sus estudios universitarios a distancia le llegan a agotar tanto como recorrer 50 kilómetros en días soleados.
En ocasiones llega a sentir que necesita unas prolongadas vacaciones, pero siempre encuentra la motivación para levantarse y entrenarse.
Sus días, como cientos de deportistas en el país, se inician de madrugada. Deja su casa para acudir a su gimnasio a las 06:00, pero antes de eso prepara el desayuno de sus tres hijos, de 14, 12 y 7 años.
En el gimnasio es instructora hasta las 10:00, luego imparte clases deportivas en la U. San Francisco. Almuerza a las 14:00.
Después se ejercita y casi en la noche recoge a sus hijos de sus clases de karate y escalada. Luego, con las últimas reservas de energía, estudia pedagogía.
Intenta dormir temprano, entre las 21:00 y las 23:00. Solo así puede entrenar para su próximo reto, el Cruce de Los Andes. Este es un desafío de 100 km, entre los Andes chilenos y argentinos, el próximo mes.
Más adelante irá al clasificatorio del Mundial de Hawái 2014 de triatlón de aventura.
El año pasado volvió a ganar el Reto Salud, la maratón de bicicleta de Zuleta y la Vuelta al Cotopaxi. Por si fuera poco, en el Xterra World Championship, de triatlón a campo traviesa, se ubicó en puesto 11.
En su casa se respira deporte todo el tiempo porque su esposo, Gonzalo Calisto, también se ejercita al máximo. Ambos se preparan “inteligentemente”. Combinan y prueban técnicas para optimizar el esfuerzo. Para ganar resistencia y correr muchas horas también hacen pesas , pilates y estiramiento.
Calisto, del equipo Ecuador Explorer de Aventura, tiene un calendario apretado. Correrá en tres válidas del circuito mundial de ‘trail’. Además, buscará otra vez al Ultra Trail de Mont Blanc, de 160 km y una de las más famosas del mundo.
En las pruebas largas de atletismo a campo traviesa hay corredores de todo tipo, experimentados y algunos novatos.
Lourdes Hernández tiene experiencia en maratones de asfalto. Se dio el gusto de correr en las cinco grandes, es decir en Boston, Nueva York, Chicago, Berlín y Londres. Tras completar ese reto, este año quiso buscar un nuevo desafío e irá al Cruce de Los Andes.
Un par de semanas atrás incluso le pidió consejo a Wilson Benavides, que en la edición pasada se ubicó segundo en su categoría, en esa competencia.
El ‘Lobo’, como le dicen, le indicó que dosificara fuerzas y que no se desesperara porque cada jornada supera los 30 km.
Para completar un reto de esa magnitud, Hernández se ha preparado en el último medio año en las madrugadas.
Fernando Torres también se lanzará al cruce de 100 km, aunque no es tan experimentado como los demás.
Con 56 años, el neurólogo empezó a correr hace poco más de dos años. Ocurrió después de conocer a una pareja en un hotel de Bariloche, Argentina.
Ellos habían completado una maratón de montaña y al médico le dio por hacer la promesa de que en un año correría una maratón. Ya lleva dos (42,195 km cada una); también dos retos de 35 y otro de 50 km a campo traviesa.
Comenzó a entrenarse y su vida cambió completamente. Con el deporte se ha vuelto más ordenado en la alimentación, duerme mejor y disfruta más de su vida familiar, con su esposa y sus cuatro hijas. “No es que antes estaba mal, ahora la vida es mucho mejor”.
Correr también es parte de la vida de Sandra Jaramillo, de 30 años y con dos podios en el reto de 80 km de The North Face.
Este año competirá en una prueba de 100 km en la Patagonia. “El trail running te permite conocer lugares maravillosos”.
En la montaña te sientes tan pequeña y superarlo es un sentimiento increíble”.
Sandra Jaramillo Correr 100 km al aire libre, en tres días seguidos, es un reto hermoso”.