Juan Llerena (primer plano) y Jorge Terán, copiloto y piloto, en una de las carreras provinciales. Compiten juntos en rally desde hace cuatro años. Fotos: Juan Llerena,Archivo Particular
Una silla de ruedas le espera en la entrada de su vivienda, ubicada en el suroeste de Cuenca. Hasta el asiento desciende de su vehículo: un Montero blanco. Lo hace con cierta dificultad, agarrándose de la manija del carro y con la ayuda de Xavier Cedillo, una persona de su confianza.
Una vez acomodado, Jorge Terán de los Reyes maneja la silla con agilidad sobre la superficie de cerámica. A pocos metros, bajo techo, está estacionado el auto de rally que lo adaptó para las competencias locales. Tiene problemas para subirse porque existe una barra cruzada, como protección.
De inmediato prende el vehículo e invita a su amigo, Juan Llerena Gómez, para iniciar una breve aventura por las calles de tercer orden que están cerca de su inmueble. El ruido es ensordecedor y el paso del auto levanta una nube de polvo.
Terán es parapléjico y conduce el auto solo con sus manos. Hay tres círculos: el primero es el acelerador, el segundo la dirección y el tercero el freno. Llerena, quien sufre el 70% de ceguera, es su copiloto.
Ambos participan en los rallies locales desde el 2011. El 2013 y 2014 fueron campeones en la clase hasta los 1 400 cc. Este año se estrenaron en el Nacional de Rally que se corrió en el cantón azuayo de Nabón. Allí terminaron cuartos entre 10 participantes.
El piloto, de profesión arquitecto, sufre una lesión torácica, que está en las vértebras T7 y T8. La sufrió en una competencia local de cuadrones, en Checa.
La máquina cayó en su espalda, se rompió cuatro costillas, la cabeza del fémur, el acetábulo, estuvo en peligro de perder el ojo izquierdo y sufrió un golpe fuerte en la cabeza.
El accidente se registró el 27 de mayo del 2006 y desde esa fecha permaneció 19 días en coma. Por la gravedad, sus padres pidieron a un sacerdote que le diera los santos óleos. Este sacramento católico sirve para ungir a personas que se están muriendo. En ese momento se despertó, se encontró cubierto de cables y mangueras y exclamó: “no quiero morir”.
Por una mala operación de su columna viajó a Guayaquil, donde permaneció dos meses. A su regreso a Cuenca se cayó de su asiento en el avión, llegó a la ciudad y fue internado. Cayó en coma séptica, una infección que circula por todo el cuerpo.
Terán da gracias a Dios por estar vivo, puesto que “cuatro de cinco pacientes con coma séptica fallecen”. Por ello, volvió a recibir los santos óleos e incluso sus padres ya compraron la caja para su entierro. Reaccionó a los cinco días y en seguida viajó a Bogotá, Colombia, para internarse en una clínica.
Allí permaneció tres meses y gastó USD 45 000. En esa instancia conoció a quien ahora es su esposa, Mónica Cristancho, con quien tiene un hijo de 3 años, Juan José. Ella fue el pilar en su rehabilitación y luego le motivó a que incursionara en los autos.
Juan Llerena, quien está casado con Fernanda Martínez y tiene un hijo de 4 años y medio, es el hombre de confianza de Terán. Él tiene experiencia como copiloto ya que antes corrió con Juan Guerrero, campeón de la Vuelta al Ecuador 2014. Lo hizo en las carreras del Parque Extremo y rallies de la Confraternidad.
Además, suele competir en ciclismo. Lo hizo en el Chimborazo Extremo, entre el 2009 y 20015, en compañía de Xavier Merchán y José Altamirano.
Su escasa visión no es un obstáculo para hacer la hoja de ruta de los rallies. Antes de la competencia cubre el recorrido con el piloto, quien indica lo que debe anotar. Luego corrigen algunos detalles y pasa a un lector de pantalla Jaws. Una vez repasada la hoja de ruta la graba y está lista para la carrera.
En la competencia utiliza una grabadora de periodista, se coloca los audífonos y luego se ubica el casco. En la partida le ayuda al piloto con el freno de mano y empieza la aventura.
Ambos son parte de la Universidad de Cuenca. Terán labora en la Unidad de Planificación Física y Llerena en Bienestar Universitario.
Las anécdotas no faltan en las carreras. Inconscientemente, el piloto pide al copiloto que se baje a ver los tiempos y el copiloto le responde, “por qué no lo haces tú”. Ellos no dejan de sonreír, pese a la adversidad.