Magaly Bonilla (izq.) y Rolando Saquipay (der.), durante un entrenamiento en la pista del estadio Jefferson Pérez. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Una empatía especial surgió entre Rolando Saquipay y Magaly Bonilla, en mayo del 2012, durante un largo viaje en tren desde Saransk hasta Moscú, en Rusia. Los andarines ecuatorianos retornaban después de competir en la Copa Mundo de Marcha y aprovecharon las 14 horas de recorrido para conocerse mejor.
Durante esa prolongada conversación, el excompañero de prácticas de Jefferson Pérez quedó encantado por la forma de proceder de la marchista tungurahuense. “Me atrajo su sencillez, su tranquilidad y su sinceridad”, asegura Saquipay, quien con 40 años sueña con alcanzar un cupo para los Juegos Olímpicos en Tokio 2020.
En ese viaje nació una buena amistad que luego se consolidó. En mayo del 2013, en un torneo realizado en Cuenca, él la invitó a salir con unas amigas y le pidió que sea su enamorada. La andarina dice que, “le hice sufrir un poco y le acepté la propuesta un mes después, durante un certamen desarrollado en Cartagena, Colombia”.
Bonilla, séptima en la prueba de 50 kilómetros del Mundial de Atletismo del 2019 en Doha, Catar, convive con Saquipay desde el 2014. Ese año dejó a su familia en Ambato para radicarse en Cuenca, con la idea de mejorar su preparación y para estudiar en la Universidad Politécnica Salesiana.
Saquipay sueña con casarse por la iglesia y tener hijos, pero está consciente que no puede truncar los sueños de su pareja. Ella también luchará por el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Tokio.
La marchista Johana Ordóñez está casada con el exatleta Henry Beltrán. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Los marchistas se entrenan de lunes a sábado en la pista del estadio Jefferson Pérez, en doble jornada. Durante esos días, se turnan para preparase los alimentos en el hogar.
Como ellos, hay casos similares en el país. Allí están las luchadoras Lissette Antes y Luisa Valverde, quienes tienen como parejas a sus compañeros de entrenamientos José Sánchez y Mauricio Sánchez, en ese orden. Lo mismo ocurre con los marchistas Andrés Chocho y Érika Sena (brasileña), así como con los seleccionados de tiro deportivo: Yautung Cueva y Sofía Padilla.
La deportista Elizabeth Bravo junto a su esposo y entrenador Francisco Tirado, con quien tiene un hijo. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
La triatleta Elizabeth Bravo, en cambio, está casada con su entrenador Francisco Tirado, con quien tiene un hijo. Igual sucedió con la racquetbolista Verónica Sotomayor, quien se casó con su técnico el estadounidense Sudsy Monchik. Se retiró después de dar a luz a una niña. La andarina Miriam Cartagena tiene como esposo al estratega Xavier Cayambe.
Los técnicos también comparten sus sentimientos. Diego Heredia, quien dirige al campeón olímpico juvenil de marcha, Óscar Patín, es novio de Cecilia Fárez, estratega de destacados triatletas del país. Se conocen desde hace 20 años, fueron compañeros de colegio, pero son enamorados desde abril del 2019.
Diego Heredia, quien dirige al campeón olímpico juvenil de marcha, Óscar Patín, es novio de Cecilia Fárez. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
En la actualidad, los fines de semana se reúnen para armar los planes de entrenamientos de sus alumnos. No tienen fecha establecida, pero ya piensan en contraer matrimonio.
Las marchistas Johana Ordóñez y Paola Pérez están casadas con Henry Beltrán y Juan Matute, en ese orden, ambos exatletas. Ordóñez, quien es campeona panamericana en 50 km, está por cumplir 10 años de matrimonio eclesiástico y tienen dos hijas: Samantha y Tiffani, de 9 y 7 años.
Beltrán la acompaña en las prácticas desde septiembre del 2018, tras el sexto lugar obtenido por su esposa en el Mundial de Marcha en China. Desde entonces, colabora con el control de los tiempos, abastecimiento, tomas de lactato, entre otras actividades.
La marchista Paola Pérez está casada con el exatleta Juan Matute. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO