En 40 días, 21 diseñadores crearon espacios como salas, baños, dormitorios y cocina. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO
Una casa con paredes blancas llenas de humedad, piso empolvado y ventanas opacas es hoy un espacio lleno de color, luz y calidez. Ocurrió gracias al talento de 21 diseñadores y arquitectos de la capital, tras intervenir una vivienda abandonada en La Floresta y convertirla en una vitrina de creatividad, arte y diseño, como parte de la iniciativa Casas Project.
El inmueble, de 1 000 metros cuadrados, tiene dos plantas, un gran parqueadero y patios alrededor. Por varios años permaneció inhabitado, pero fue el ‘lienzo’ ideal para que los profesionales en las ramas de la arquitectura y diseño creen 25 espacios únicos.
Sentada en el sofá de uno de los ambientes del ingreso de la casa, Carolina León, directora de Casas Project, contó que la iniciativa surgió bajo la idea de ofrecer algo vivencial respecto del diseño de interiores, arquitectura y arte.
Lo ecléctico se visibilizó en los espacios.
Partiendo de esa ideal, el primer paso consistió en encontrar un lugar para hacerlo y empezó la búsqueda. Tras largas semanas, en enero de este año encontraron el inmueble ubicado en un barrio caracterizado por ser escenario de varias expresiones artísticas desde la pintura, cine, hasta la música, la gastronomía y el diseño.
León recuerda que en aquella casa funcionaba una organización privada hace tiempo atrás, pero luego quedó abandonada. Recuperar el inmueble se convirtió en un reto.
Tras el tiempo transcurrido deshabitado, el polvo, la maleza y las telarañas colmaron cada rincón de la infraestructura. La humedad se había tomado varias de las paredes y el techo, mientras que a través de las ventanas ya no se podía ver el exterior, por lo opacas que estaban debido a la suciedad.
Breeze Bathroom evoca un spa en la naturaleza.
Es así que se planteó Casas Project como un ‘challenge’ (reto), y se convocó a profesionales del diseño, arquitectura, artistas y empresas privadas.
Cristina y María José Coo, de Studio ADD, fueron las arquitectas encargadas de la restauración. El reto estaba en el tiempo: en 40 días los profesionales participantes tenían que crear cada uno de los espacios totalmente diferentes. Además, tenían que adaptarse a las condiciones del lugar.
Las empresas dedicadas a la comercialización de materiales de la construcción, decoración, pintura y más fueron aliadas en el proyecto. Pisos, paredes, cubierta, estuvieron sujetos a cambio.
El color y las texturas son elementos predominantes.
Cristina Coo sostiene que fue todo un desafío, ya que los diseñadores requerían hacer varios cambios en los espacios, quitar paredes o ampliar, y el tiempo era corto.
Pero luego de extensas jornadas de trabajo, se ajustaron 25 espacios nuevos en la casa, divididos entre salas, comedores, dormitorios, una cocina moderna, baños, terrazas. Además, una cava de vinos y una oficina de ‘coworking’.
Uno de los atractivos estaba al ingreso. Se trata de un estanque interactivo con bloques para caminar dentro de él. Adentro, la variedad de minisalas con una diversidad de estilos entre lo moderno, ecléctico y contemporáneo. También se destacaban las gradas del ingreso recubiertas de una cerámica en blanco y negro.
En la casa se incluyó un espacio de ‘coworking’.
Arriba, un baño estilo selvático, con una variedad de vegetación y materiales naturales, diseñado por las arquitectas María José y Cristina Coo, fue otra atracción.
Afuera, un gran mural hecho con la participación de 12 artistas urbanos evocaba el reconocido barrio Winwood en Miami, Estados Unidos.
Para los profesionales, este proyecto fue la oportunidad para demostrar todas sus ideas. La casa estuvo abierta al público hasta el 23 de mayo, a manera de exposición. Sin embargo, se prevé que continúe como un epicentro del diseño con otro tipo de eventos.